Saturday, September 23, 2006

Tres sacerdotes celebraron 50 años de su ordenación


Con una Misa presidida por el Cardenal Francisco Javier Errázuriz, el viernes 22 de septiembre, a las 19:00 horas, en la Catedral Metropolitana, tres sacerdotes de nuestra arquidiócesis celebraron sus 50 años de ordenación. Ellos presbíteros Hugo Otaiza López, Hugo Peña y Lillo y Jaime Infante Alfonso.

Testimonio del Padre Hugo Otaíza

A sus 76 años de edad y 50 de sacerdocio, el padre Hugo Otaiza es un apasionado de su ministerio, especialmente del servicio pastoral que presta a los discapacitados. De su vida familiar cuenta que sobrevive a sus padres, a su cuñado, a su único hermano y un sobrino. Estos dos últimos oficiales de la FACh que murieron en accidentes aéreos en 1973 y 1975. Se crió en los alrededores de la parroquia San Crescente, en la Avenida Salvador con santa Isabel. Hizo su primera comunión “a la antigua”, estudió en el Liceo Lastarria y en quinto año de Humanidades (Tercero Medio), el Pbro. Joaquín Matte Varas, quien sería después Obispo Castrense, le ayudó a descubrir su vocación sacerdotal.

Sin embargo, hace 24 años descubrió lo que ha sido su gran pasión ministerial: servir a los discapacitados mentales, personas con síndrome de Down, autistas, sordos, discapacitados en general. En un futuro cercano, también quiere trabajar con no-videntes.

Sordo con los sordos

El Padre Hugo, parafraseando a San Pablo, se ha hecho sordo con los sordos. Hace 15 años hizo un curso para comunicarse por señas, sin pensar que esa habilidad la usaría más adelante. Hoy celebra misa para los sordos utilizando este medio. “Todos los domingo, a las 10:00, en la Parroquia San Isidro, celebramos la misa con saludo, oración y lectura al tacto y señas para unos 40 sordos. Acá todo se hace desde sordos para sordos”, dice, refiriéndose a sus conocimientos de este lenguaje.

“Los sordos ayudan mucho, yo he tenido con ellos una muy buena comunicación; formamos una comunidad en San Isidro que le llamamos “Sordos y oyentes”. Hemos tenido que inventar signos nuevos, que no están en el lenguaje por señas, y eso ha significado un enriquecimiento”, señala.

Se apasiona cuando se mete en el tema. “Hay una gran diferencia entre el hijo de padres oyentes y el hijo de padres sordos, cuya vida ha sido toda en señas. El sordo necesita una comunidad de pares. Por eso, después de la misa, se juntan a conversar, a pololear –algunos se han casado entre ellos- y a hacer vida social, porque en su casa no la tienen”.

También los ciegos

¿Y cómo ha sido su experiencia sacerdotal en esta catequesis especial para discapacitados?

“¡Excelente, excelente! responde. Me ha hecho cambiar mi vida, tener una visión diferente, más humana, tal vez. El desafío lo tuvimos hace 14 años, cuando en el horizonte vimos a los sordos. Ahora en el horizonte están los ciegos. No sé cuando van a llegar, pero es importante”.

Sus bodas de oro sacerdotales las celebrará, en parte, primero con su parroquia, San Isidro, y decanato Avenida Matta, el sábado 24 de setiembre, a las 20:00 horas. Al otro día, con su gente, los discapacitados: una misa el domingo 25, a las 12:00 horas, para sordos, y otra a las 17:00 horas, para los discapacitados mentales, ambas en la parroquia San Isidro Labrador, Santa Victoria, 566, Santiago Centro.

Fuente: Ifglesia.cl

Felicitaciones. Todo un ejemplo a seguir

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