Sunday, April 27, 2008

SOBRE LA UNIDAD

Por David Llena


¿Qué le pasa a la Iglesia? ¿Por qué una noticia tan importante como la Resurrección de Cristo no tiene cabida en el corazón de muchos hombres? Acabo de leer el pasaje de los Hechos de los Apóstoles (primera lectura de esta semana) donde, Felipe “por sí solo” mediante la predicación de esta resurrección “llena de alegría toda la ciudad”. ¿Qué nos pasa hoy? Somos más que aquél único discípulo y no somos capaces de contagiar más que desánimo.


La primera, y creo que fundamental, razón es que Felipe estaba lleno del Espíritu Santo. Había experimentado la fuerza del Espíritu y estaba lleno de Él. Creo que hoy estamos bastante faltos de ese Espíritu del Señor. Para llenarse de ese Espíritu hay que vaciarse de todo lo demás y dejar que el Señor ocupe todo nuestro interior.


La segunda razón, que se deriva de la primera es la unidad. Aunque estaba solo en Samaria, estaba en unión con el resto de discípulos de Cristo, al estar lleno de Espíritu estaba en comunión y sintonía con el resto del Cuerpo de Cristo que es la Iglesia. Y este es el letargo en el que vivimos y por el que el mundo no cree en nosotros. Ya lo pidió Cristo “que todos sean uno para que el mundo crea” (Jn 17, 21).


Y desde la desunión viene el descrédito. Nosotros no somos capaces de reconocerlo pues vivimos inmersos en él, pero ¿desde cuándo viene el descrédito de la Iglesia?, ¿desde cuando el mundo dejó de creer en la Iglesia? Desde aquellos siglos de sombra en que la Iglesia, el Cuerpo de Cristo fue dividido por los hombres. No voy a entrar en razones pero donde hay división no puede vivir el Espíritu. ¿A quién creer? ¿Quién es el Cuerpo Verdadero? ¿Cómo puede un cuerpo “odiar” un miembro que ha perdido?


Urge, y no sabemos con que importancia, que los cristianos volvamos todos a ser uno, que todos estemos guiados por un mismo pastor. No podemos, y esto ya es a nivel individual, seguir sembrando cizaña con nuestros comentarios. El cristiano debe llevar en su boca el Amor de Cristo y si ese Amor es servicial hasta el extremo, si ese Amor lleva a orar por los enemigos, a hacer el bien como el Padre, que envía la lluvia a justos e injustos, no puede un cristiano mirar mal a aquel hermano que cree en Cristo aunque no siga en la comunión deseada por Cristo.
Sólo el que todo lo puede es capaz de llevarnos a esa unión, creo que debemos poner este fin como principal tarea de nuestro futuro inmediato. Sólo la Unidad y la Comunión pueden reflejar la Luz que Cristo nos dejó.

Betania.es

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