Friday, August 29, 2008

Al anochecer, los invitamos a tener un encuentro con el Señor de la Vida


Marcos 6: 17-29
En efecto, Herodes había mandado tomar preso a Juan y lo había encadenado en la cárcel por el asunto de Herodías, mujer de su hermano Filipo, con la que se había casado. Pues Juan le decía: "No te está permitido tener a la mujer de tu hermano". Herodías lo odiaba y quería matarlo, pero no podía, pues Herodes veía que Juan era un hombre justo y santo, y le tenía respeto. Por eso lo protegía, y lo escuchaba con gusto, aunque quedaba muy perplejo al oírlo. Herodías tuvo su oportunidad cuando Herodes, el día de su cumpleaños, dio un banquete a sus nobles, a sus oficiales y a los personajes principales de Galilea. En esa ocasión entró la hija de Herodías, bailó y gustó mucho a Herodes y a sus invitados. Entonces el rey dijo a la muchacha: "Pídeme lo que quieras y te lo daré". Y le prometió con juramento: "Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino". Salió ella a consultar a su madre: "¿Qué pido?" La madre le respondió: "La cabeza de Juan el Bautista". Inmediatamente corrió a donde estaba el rey y le dijo: "Quiero que ahora mismo me des la cabeza de Juan el Bautista en una bandeja". El rey se sintió muy molesto, pero no quiso negárselo, porque se había comprometido con juramento delante de los invitados. Ordenó, pues, a un verdugo que le trajera la cabeza de Juan. Este fue a la cárcel y le cortó la cabeza. Luego, trayéndola en una bandeja, se la entregó a la muchacha y ésta se la pasó a su madre. Cuando la noticia llegó a los discípulos de Juan, vinieron a recoger el cuerpo y lo enterraron.
¿Qué me estás diciendo, Señor?
Reflexiones sobre la lectura de hoy

Es un relato horrible.
El Evangelio no evita palabras ni suaviza el relato del martirio del Bautista.
Quizás, si meditamos sobre su muerte en nuestras oraciones, podremos recordar a personas que sufren en la causa de la justicia, y orar por ellas.
Espacio Sagrado

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