Sunday, August 31, 2008

El regreso de la Teología de la Liberación


A inicios de esta década se fue haciendo habitual escuchar la pregunta ¿y qué pasó con la Teología de la Liberación? Se la empezó a citar como un caso histórico, interesante para los estudios sociales y culturales de América Latina pero no como una experiencia viva y en desarrollo.Esto se explica por la ola de conservadurismo religioso que se desarrolló desde la segunda mitad de los ’80 y que ya en los ’90 marginó de las esferas de poder y visibilidad eclesial a los sacerdotes, religiosas y laicos que se comprometieron en procesos de transformación social en los contextos de las dictaduras latinoamericanas.

Karl Rahner alcanzó a caracterizar esta dinámica como un "invierno eclesial", en reacción a la primavera de la Iglesia que se desarrolló en los ’60 y ’70, con el Concilio Vaticano Segundo y las conferencias episcopales de Medellín y Puebla. Se trataría de una involución en las orientaciones de la jerarquía católica, que se ha operativizado en un creciente abandono de los compromisos en materia de derechos humanos, desarrollo y consolidación democrática en América Latina.

La nueva agenda eclesiástica está dominada por los temas sexuales y reproductivos y trataría de controlar la matriz de individualización desde mecanismos biopolíticos por medio de los cuales se prevendría el surgimiento de una dinámica secularizadora a la manera europea. De esa forma hoy nos encontramos envueltos en el singular debate sobre el presunto e indemostrado efecto abortivo de la píldora de anticoncepción de emergencia, entre otros temas similares que operan en los espacios jurídicos y parlamentarios de Chile.
Sin embargo, de forma paralela a este proceso intraeclesial, desde las esferas sociales y políticas emergen actores y discursos que recuperan de una nueva forma inesperada la herencia de la Teología de la Liberación. Fernando Lugo, obispo castigado en 2004 por la curia romana por su compromiso con los campesinos sin tierra, gana la Presidencia de Paraguay rompiendo 60 años de hegemonía del Partido Colorado.
En Ecuador, el Presidente Rafael Correa ha destacado en muchas ocasiones que su vocación política nació durante 1986-87, cuando se comprometió en la misión salesiana en la comunidad indígena de Zumbahua, que combinaba la evangelización de los campesinos indígenas con su desarrollo humano, basándose en la Teología de la Liberación, bajo el liderazgo de monseñor Leonidas Proaño. Junto con Lugo y Correa se debe recordar que el Presidente de Brasil, Lula da Silva recibió al comienzo de su liderazgo sindical y político una influencia decisiva del entonces obispo de Sao Paulo, Paulo Evaristo Arns y de Frei Betto, quien ha sido su mentor espiritual por muchos años.
Tal vez el fenómeno más inesperado ha llegado en medio de las primarias demócratas en Estados Unidos. Barack Obama ha sido atacado durante las ultimas semanas de un modo insidioso por sus lazos con el pastor Jeremiah Wright, de la Trinity United Church, en el sur de Chicago. En esa congregación Obama contrajo matrimonio, bautizó a sus dos hijas y participó activamente en los últimos 17 años. Se trata de un espacio marcado por la Teología de la Liberación negra, la expresión religiosa de las comunidades afrodescendientes que se comprometen en la defensa de sus derechos y en la superación del racismo y la explotación. Aunque la presión mediática ha obligado a Obama a marcar distancias con las expresiones justas, pero políticamente "incorrectas" del pastor Wright, es evidente que su vida ha estado marcada por los sermones de quienes han heredado los sueños de Martin Luther King. En sus memorias "Dreams from my father" ("Sueños de mi padre") Obama ha señalado que Wright ha tenido una profunda influencia sobre él desde los ’90, cuando se afianzó su fe cristiana y comenzó a realizar trabajo comunitario en la periferia pobre de Chicago.
Es cierto que la Teología de la Liberación ya no tiene el protagonismo de los espacios eclesiales como ocurrió hasta los ’80. Pero los temas que el episcopado latinoamericano retomó en 2007, en la Conferencia de Aparecida, tienen un claro sello progresista, que debería a mediano plazo reinstalar algunas de las preocupaciones abandonadas en la conservadora década del 90. La Teología de la Liberación está de vuelta, de modo inesperado, entre los intersticios de la historia. Pero a diferencia de sus orígenes, se trata de una teología laical, con acentos feministas, indigenistas, con sabor de negritud y diversidad. Aún es la teología de lo político para mirar desde los ojos de Dios las luchas de los pobres.
Álvaro Ramis,
Centro Ecuménico Diego de Medellín
(Crónica digital)

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