De Dios hablemos con fe; del prójimo con amor; y de nosotros, con humildad.
Todos pensamos en cambiar la humanidad, pero casi nadie piensa en cambiarse a sí mismo. La humildad es una escasa virtud al alcance de todos. Es virtud que se predica, pero no se practica. Aunque cuidado, no hay peor soberbia que pretender ser tenido por humilde (el auténtico humilde ni siquiera sabe que lo es). Ante una crisis de nervios...un sedante; ante una crisis personal... un psiquiatra; ante una crisis religiosa... el abandono de la fe; ante un despido laboral... nos convertimos en resentidos sociales; ante una crisis matrimonial... un divorcio; ante un fracaso personal... se empieza a desconfiar de todo.
A todo le encontramos una rápida solución y, por lo general, la más fácil, pero no la mejor.
Casiopea
pastoralsj
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