Wednesday, November 29, 2006

CIEGO A UNO MISMO.



“Entonces Natán le dijo a David: «Ese hombre eres tú»”
(1 Sam12,7)
Y te descubres ciego cuando se trata de reconocer quién eres, cómo actúas.
A veces te engañas, y camuflas de virtud tus pequeñas miserias. O, al contrario, cubres los valores que atesoras con una capa de humildad errada.
Eres para ti mismo en ocasiones un juez implacable, y otras veces un árbitro complaciente incapaz de la menor crítica.
Pierdes de vista aquello que puedes llegar a ser.
Sí, a veces cuesta ponerle nombre a tus luces y a tus sombras, aceptar tus incertidumbres, abrazar tus fracasos, reconocer tus errores o aplaudir tus aciertos. A veces cuesta.
Pero es bueno mirarse a la cara… sin más.

¿Quién soy?
¿Qué luces y qué sombras hay en mí?
Fuente: Pastoral juvenil y universitaria de los jesuitas de Castilla

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