ESTAMBUL, jueves, 30 de noviembre de 2006: La visita de Benedicto XVI en la Mezquita Azul, la más grande y bella de esta ciudad, se convirtió en un gesto público con el que el Papa quiso confirmar su estima a los fieles musulmanes.
«Esperamos encontrar juntos caminos de paz y de fraternidad para ayudar a la humanidad», dijo el Papa al dar las gracias por permitirle hacer esta visita al gran muftí de Estambul, Mustafa Cagrici, uno de los signatarios de una respetuosa pero articulada carta abierta dirigida en octubre al Papa tras el discurso de Ratisbona del 12 de septiembre.
El Papa entró en la mezquita descalzo, acompañado por el gran muftí y por el imán de la mezquita, Emanullah Hatiboglu.
Tras explicar cómo se recogen los musulmanes en oración, el gran muftí comenzó a rezar. Al lado del religioso musulmán, mirando hacia La Meca, el Papa se recogió durante unos minutos en silencio.
La visita, de unos treinta minutos, concluyó con un intercambio de regalos. El muftí le ofreció la representación de una paloma, símbolo de la paz, con las palabras del Corán «en nombre de Dios clemente y misericordioso».
El obispo de Roma le regaló un mosaico en el que se representaban también palomas. Al ver la coincidencia, el muftí comentó: «Un feliz signo del destino».
«Quiere ser un mensaje de fraternidad, en recuerdo de esta visita que ciertamente nunca olvidaré», aseguró Benedicto XVI.
Ha sido el segundo Papa que entra en el recinto de una mezquita, después de que Juan Pablo II visitara la Mezquita de los Omeyas en Damasco, el 6 de mayo de 2001.
Protegido por un imponente dispositivo de seguridad, el Papa había visitado el Museo de Santa Sofía, la antigua basílica de Constantinopla que en 1453 había sido convertida en mezquita con motivo de la conquista de Constantinopla. (ZENIT)
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