Este es un espacio para alimentar y vitalizar la dimensión espiritual y humana de las personas comprometidas con la construcción de una sociedad más humana, justa y solidaria. Todos somos peregrinos. "sal de tu tierra, de tu casa y vete a la tierra que yo te mostraré; haré de tí una gran nación y te bendeciré." (Gén. 12, 1 ss)
Wednesday, November 29, 2006
Rescatando el patrimonio
El terremoto del año pasado impactó profundamente el patrimonio espiritual y cultural de muchos pueblos de la I Región, entre ellos los de Parca e Iquiuca. La vida de los habitantes de estos pueblos gira en torno a su fe y sus iglesias. Sus templos también indican el lugar donde fueron enterrados sus primeros antepasados y recuerdan a quienes los construyeron.
Las iglesias de Parca e Iquiuca, ubicadas sólo a dos kilómetros de distancia, son ejemplos representativos de la arquitectura religiosa mestiza de la precordillera, quebradas y altiplano andino. Tienen una sola nave y techo a dos aguas, que originalmente sostuvo una cubierta de paja brava.
El proyecto de reconstrucción de Parca e Iquiuca surgió de la detallada observación de los templos, del análisis de otras obras de esta tipología, y, finalmente, de la conversación con la comunidad, que ayudó a rehacer la historia de sus templos. Fue así como ambas iglesias recuperaron su arquitectura original, eliminando algunas de las intervenciones que habían sufrido las últimas décadas.
Santa Lucía de Parca recuperó su fachada original, con una sola torre, y su techo de paja brava. Durante los trabajos, aparecieron los cimientos de una antigua capilla, dedicada a Cristo, la que fue nuevamente construida. Santa Bárbara de Iquiuca, en tanto, tuvo un proceso de reconstrucción en el que sólo se conservó el retablo de madera. A un costado se volvió a levantar la torre desplomada, y también recuperó su cubierta de paja brava original.
La antigüedad de estos templos también quedó en evidencia a raíz de los restos humanos que aparecieron durante las obras de reconstrucción. En el caso de Iquiuca las osamentas que aparecieron pertenecían mayoritariamente a neonatos e infantes. Todas ellas fueron dejadas in situ, tarea que fue supervisada por la arqueóloga Cora Moragas.
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