La oración es la respiración del alma, afirmaba días atrás el Papa Benedicto XVI. La oración no es tiempo perdido, sino tiempo precioso. La oración -escribió Tagore- es el cerrojo de la tarde y la llave de la mañana.
"La oración -definió Santa Teresa de Jesús- es tratar de amistad, aun tratando tantas veces a veces con quien sabemos nos ama". La oración es coloquio y contemplación de amor: "Me mira y le miro", que dijera San Juan Mª Bautista Vianney, el Santo Cura de Ars.
Jesús de las Heras Muela, Director de ECCLESIA, indica que "cayó hace tiempo en mis manos el siguiente decálogo anónimo de consejos sobre la oración, que querría ofrecer ahora":
1.- ESCUCHA: Calla y escucha: el cielo emite día y noche.
2.- ESCUCHA BIEN: No ores para que Dios realice tus planes, sino para que tú descubras e interpretes los planes de Dios.
3.- PIDE: Pero no olvides que la fuerza de tu debilidad es la oración.
4.- PIDE BIEN: Hazlo atento, humilde, confiado, insistente, unido a Cristo. "Pedid y recibiréis", dijo el Señor.
5.- REZA DE CORAZÓN: ¿No sabes qué decirle a Dios? Háblale de vuestros mutuos intereses. Muchas veces. Y solas. Con confianza, con infinita confianza porque El es tu Padre.
6.- CALLA: No conviertas tu oración en un monólogo. Harías a Dios autor de tus propios pensamientos.
7.- SÉ TÚ MISMO: No seas ni engreído ni falsamente humilde. Muéstrate como eres en realidad. Reza como el publicano no como el fariseo.
8.- ESTÁ: No te agobies por las distracciones involuntarias. Descuida: Dios, como el sol, broncea con solo ponerse delante.
9.- LEE: Si alguna vez piensas, cuando hablas con Dios, El nos responde, lee la Biblia. Es su Palabra. Palabra de vida eterna, Palabra que hoy y aquí y ahora te habla a ti.
10.- VIVE: No hables nunca de ratos de oración: ten "vida de oración".
Y reza confiado, por ejemplo, así, en esta hora del alba: "He venido a ti para que me toques con Tu mano antes de comenzar yo mi día. ¡Descansa un momento tus ojos en mis ojos; déjame que me lleve a mi trabajo la certeza de tu amistad, Amigo mío! ¡Llena mis pensamientos de tu música, para que me dure en todo el desierto del ruido! ¡Qué el sol de tu amor bese las cimas de mis pensamientos y se atarde en el valle de mi vida, donde esté granando mi cosecha!".
Fuente Revista Ecclesia
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