Cuando los Apóstoles le dijeron a Jesús: "Enséñanos a orar", les enseñó el Padrenuestro. Ésta oración es la principal para todos nosotros. Un profesor nos recomendaba: "Recen el Padrenuestro, y tómense una hora para rezarlo".
No contiene ni una palabra o frase que no nos enriquezca por su significado, y nos permita disfrutarlo. Incluso la palabra: "nuestro" - no sólo mi Padre, pues te comparto con toda la raza humana.
¿Existe alguien a quien se me hace difícil llamar hermana o hermano?
Acojan esta oración lentamente, respirando calmadamente mientras lo disfrutan y son guiados hacia su profundidad.
Prepara el escenario: cada uno de nosotros como un Templo del Espíritu Santo, acercándonos al Padre a través de su Hijo.
Muchos de ustedes que lo han leído, han llegado más allá de las palabras, a una especie de silenciosa presencia.
Jean Vianney, el Cura de Ars, se fijó en un viejo campesino sentado por horas en su iglesia y le preguntó qué hacía ahí. "Contemplo al buen Dios y el buen Dios me contempla a mí".
Ese hombre estaba bien adelantado en su camino.
De Espacio Sagrado
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