Durante los últimos años se ha hecho una frase recurrente por las autoridades y servidores públicos y privados recalcar el gran aumento de cobertura de la educación superior y cómo a ella han ingresado más jóvenes de los últimos quintiles. Es ya una sentencia muy conocida por todos que de cada diez jóvenes estudiantes siete son primera generación en la Educación Superior.
El problema que presentamos en este reportaje nos muestra el “otro lado de la medalla”. No basta con llenar salas de clases con estudiantes, hay que ofrecerles una educación de calidad que les permita a ellos y a Chile soñar con un país más justo, solidario y equitativo. Da que pensar que los estudiantes actualmente en conflicto, representados por los que pertenecen a diversas carreras del área de criminalística, estudien en instituciones que en general acogen a jóvenes con escasos recursos económicos. ¡Se ha jugado en forma irresponsable con los sueños de ellos y de sus familias! Una vez más Chile da la espalda a sus aspiraciones. Ninguna de las grandes universidades o las que reciben mayores porcentajes del fondo solidario han abierto estas carreras. Es un engaño decir que apoyamos a los jóvenes si no les ofrecemos calidad en la educación.
Esta situación nos hace a todos responsables de luchar por una educación, al servicio de todos y en especial de quienes se la juegan por un Chile distinto. Si ahora les damos la espalda serán muchos más los que en cada esquina nos recordarán con profunda tristeza que nos hemos farreado la gran riqueza que tiene la patria, sus generaciones jóvenes. Espero que la propuesta de una mayor fiscalización de parte del Ministerio de Educación nos ayude a “limpiar” la verdadera selva en que se ha convertido nuestra educación superior y así podamos formar a más jóvenes que quieran construir un Chile realmente desarrollado y equitativo.
Con cariño,
Padre Andrés
Fuente: VPU
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