"No tendrán hambre ni sed,
ni los molestará el sol ni el calor,
porque yo los amo y los guío,
y los llevaré a manantiales de agua.
Abriré un camino a través de los montes
y haré que se allanen los enderos"
(Isaías 49, 10-11)
Lo que tú dices, Señor,
es una promesa que se cumple.
Tú nos amas y nos guías.
Tú abres caminos y senderos.
Hoy quiero colaborar contigo
para que nadie tenga hambre ni sed.
Te ofrezco mi vida y mi trabajo.
Amén
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