Por José María Martín OSA
1.- “Eran bien vistos de todo el pueblo”. El recuerdo idealizado de la primera comunidad cristiana en el Libro de los Hechos muestra las cualidades del grupo de los seguidores de Jesucristo. Todo el mundo se admiraba de los signos que hacían y de lo mucho que se querían. Por eso “eran bien vistos de todo el pueblo” y cada día la comunidad crecía. Comparando esto con la imagen medrosa, cansina y en retroceso de los cristianos de hoy, puede parecer que nos encontramos muy lejos de aquel ideal. En lugar de aumentar se producen cada día nuevas bajas en nuestra Iglesia. Sin embargo, no es cierto que ahora seamos peores, a pesar de que salgan a la luz ciertos escándalos cometidos por algunos cristianos, por cierto presentados con morbosidad interesada. Aquí las generalizaciones también son injustas. También en la primera comunidad hay cristianos que son reprendidos por los apóstoles por su mala conducta. No hay más que leer las cartas de San Pablo a los Corintios para darse cuenta de esta realidad. El autor de los Hechos presenta el ideal al que tenemos que tender, pues no cabe duda de que éste es el mejor testimonio de nuestra fe. No nos admirarán por nuestros cumplimientos ni por nuestros ritos, sino por lo que nos queremos.
2. - El primer día de la semana. También hoy día podemos contemplar raudales de generosidad, de entrega y amor en muchos cristianos que han vivido la experiencia pascual y han dejado que el Espíritu transforme sus vidas. La clave es pasar por la experiencia del resucitado. Las dos apariciones que narra el evangelio de hoy ocurren el primer día de la semana. Para Juan es muy importante el día y la hora en que ocurren los hechos que narra. Por algo las comunidades cristiana se reúnen el domingo. Este día es el “día del Señor”, en el cual se produce una nueva creación como dice en apóstol San Pedro en la segunda lectura. Si en la primera creación Dios da forma al hombre, es ésta segunda Jesucristo, al exhalar su aliento sobre los discípulos, da origen a la comunidad. Es en ella donde podemos encontrar a Jesús resucitado. Su regalo es el perdón y la paz. Por eso hoy celebramos el “domingo de la Divina Misericordia”. Emociona ver la forma en que los demás apóstoles acogen a Tomás: con dulzura, cariño y paciencia….No sé si hoy día sabemos tener la misma paciencia con los no creyentes o los agnósticos. Cada uno tiene su tiempo y su momento….Nunca debemos practicar el rechazo o la condena, siempre la acogida y el perdón.
3.- Tomás dudó. Exige ver las señales de los clavos en las manos y de la lanza en el costado. La duda es algo connatural al hombre. La duda evita que caigamos en el desatino o en lo irracional. Un creyente no es un crédulo que acepta todo sin tener en cuenta si es razonable o no. Hemos de pasa del fideísmo a la fe adulta, responsable y personalizada. Hay que llegar a tener experiencia personal del resucitado y gritar, como Tomás, “¡Señor mío y Dios mío!”. No creemos porque nos lo han dicho otros, sino porque nosotros mismos hemos experimentado la presencia en nuestra vida del Jesús vivo. Creer es fiarse de Alguien: Jesús de Nazaret, el Resucitado, que ha vencido a la muerte y ha dado un nuevo sentido a nuestras vidas. El mejor don que nos regala Jesús es la paz, plenitud de todos los dones. La paz que Jesús nos regala produce en nuestro interior una sensación de felicidad y realización personal. Pero esta paz no puede quedar encerrada en nosotros mismos, sino que tiene que notarse y ser testimoniada. La construcción de la paz en nuestro mundo es una tarea que todo cristiano tiene que asumir, tomando como base la justicia y el amor.
4.- Jesús proclama la bienaventuranza del resucitado: “Dichosos los que crean sin haber visto”. La fe es un don que nace de la confianza en “Alguien” que no puede fallarnos. No hace falta verle físicamente para creer en El. La misión que Jesús nos encomienda es ser “apóstoles”, es decir sentirnos “enviados” a proclamar que “hemos visto al Señor”. Si es verdad que lo hemos visto con los ojos de la fe, si nos hemos encontrado con El, entonces se notará en nuestra vida y seremos testigos de Jesús vivo y resucitado
Betania.es
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