Este domingo Segundo de Pascua se llama de Tomás porque aparece ese magnífico relato de Juan Evangelista sobre el descreimiento del apóstol Tomas. Y que contiene su posterior y conmovida conversión que le lleva a exclamar ese “¡Dios Mío y Señor Mío!”, jaculatoria bellísima que ha llenado la boca de millones de cristianos en todos los tiempos. Hemos de disponernos a celebrar la Pascua con gran consciencia y dedicación. Y así contemplar la Gloria de Jesús, su Resurrección, anuncio de la que, un día, nos llegará a todos nosotros.
Betania.es
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