Para "poder recorrer el camino de la paz, los hombres y los pueblos tienen necesidad de ser iluminados por el rostro de Dios". Benedicto XVI pronunció una homilía la mañana del 1 de diciembre de 2009 llena de esperanza, aunque no escasa de preocupaciones por el futuro de la humanidad, durante el curso de la celebración de la solemnidad de María santísima, madre de Dios, en la 42 Jornada mundial por la paz.
El Papa deseó que se pueda establecer, gracias a la contribución de todos y cada uno, un "círculo virtuoso" entre la "pobreza a escoger" y la pobreza "a combatir". Aquella pobreza "que impide a las personas y a las familias vivir de acuerdo a su dignidad, una pobreza que ofende la justicia y la igualdad y que como tal, amenaza la convivencia pacífica".
María "comprendió que Dios se había hecho pobre por nosotros, insistió el pontífice, para enriquecernos de su pobreza llena de amor, para exhortarnos a frenar la avaricia insaciable que suscita luchas y divisiones".
Benedicto XVI, además, invocó la intercesión de María por la paz en la Franja de Gaza. "También la violencia y el odio, dijo, son formas de pobreza que hay que combatir". "No basta poner parches nuevos a un vestido viejo, agregó el Papa, durante la oración del Ángelus, al pensar en la crisis económica.
Poner a los pobres en primer lugar significa pasar decididamente a la solidaridad global que ya Juan Pablo II había subrayado muy necesaria, concentrando las potencialidades del mercado con las de la sociedad civil, tendiendo siempre al bien común".
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