“¿Por qué te acongojas, alma mía, por qué estás gimiendo? Espera en Dios…”
(Sal 42-43)
Son tan variados, ¿eh? ¿Qué se oculta tras nuestros semblantes, a veces indescifrables? ¿Por qué hoy me he levantado con mal pie? ¿Por qué a veces pesa todo? ¿Por qué hay días en que los minutos se hacen eternos? ¿Por qué en ocasiones me siento solo, aun rodeado de gente? ¿Por qué muerde la duda, o la nostalgia? ¿Por qué a veces me siento incomunicado? ¿Por qué cuesta tanto pedir ayuda? ¿Por qué, a veces, no me aguanto ni a mí mismo?
Muchas veces no sé la respuesta, pero quizás no importa mucho. Sólo te pido, Señor, que en esos momentos no me dejes rendirme. Que no me dejes tampoco dramatizar demasiado. Que me ayudes a sonreír un poco ante mis angustias. Que me enseñes a fiarme, de Ti y de otros.
¿Qué hago con mis porciones de desierto?
¿Qué cosas me hacen sentir triste, así, por dentro?
Jesuitas de Castilla
No comments:
Post a Comment