SANTIAGO, 24 Mar. 09 / 12:25 pm (ACI)
El Presidente de la Comisión Nacional de Bioética del Episcopado chileno, Mons. Fernando Chomalí, reiteró que "en lo que al aborto se refiere, la enseñanza de la Iglesia es inmutable", unánime y siempre en defensa de la vida desde la concepción hasta la muerte natural; saliendo así al paso de algunas informaciones de la prensa que afirmaban lo contrario o que precisaban "algunas excepciones".
Cuando en el país se ha abierto un debate sobre el mal llamado aborto "terapéutico" –el aborto nunca cura nada sino es que un asesinato– y tras las tergiversaciones de algunos extractos de un discurso del Papa Benedicto XVI en Angola en el que deploró tajantemente el aborto, el también Obispo Auxiliar de Santiago considera necesario aclarar y reiterar la posición de la Iglesia al respecto.
"El aborto procurado es la eliminación deliberada y directa, como quiera que se realice, de un ser humano en la fase inicial de su existencia, que va de la concepción al nacimiento", explicó el Prelado en declaraciones recogidas por el diario El Mercurio.
Tras reiterar que la vida empieza en la concepción, es decir cuando el óvulo es fecundado, el Obispo precisó que la enseñanza de la Iglesia Católica en esta materia ha sido clara, unánime y se remonta a su inicio vinculado al mandamiento "no matarás", siendo el aborto considerado un delito particularmente grave e ignominioso. Junto al infanticidio, detalla, el Concilio Vaticano II lo declara "crimen nefando".
Luego de reiterar las enseñanzas de Juan Pablo en la encíclica Evangelium Vitae (El Evangelio de la Vida), el Prelado señaló que la Iglesia es consciente de que hay situaciones complejas en las que están en juego valores importantes de las personas, como por ejemplo, una cuestión grave de salud, incluso de vida o muerte para la madre; o lo que puede significar para una familia de precaria situación económica otro hijo; o que el hijo venga con una malformación grave; o bien porque el niño fue engendrado fruto de una agresión sexual. Todas estas situaciones son complejas y dolorosas, recordó.
Sin embargo, explicó el Obispo, la Iglesia precisa "que ninguna de estas razones puede jamás dar objetivamente derecho para disponer de la vida de los demás, ni siquiera en sus comienzos".
"Todo ser humano tiene derecho a que se le respete su vida, y no es el reconocimiento por parte de otros lo que constituye este derecho; es algo anterior y exige, por tanto, ser reconocido siempre", resaltó.
El Obispo auxiliar de Santiago destacó después que "no se puede lograr un bien a través de un mal. Cuando un médico se encuentra con una mujer embarazada, explica Chomalí, debe ser plenamente consciente de que se encuentra frente a dos pacientes, y debe hacer todo lo posible por salvar ambas vidas cuando se encuentre frente a una patología que pueda derivar en la muerte de uno de ellos o de ambos".
En estos casos, puntualizó, "gracias a los avances de la medicina son cada vez más raros, y si la muerte ocurre, no nos encontramos frente a una acción occisiva deliberada, sino que al resultado de una acción médica que no logró su objetivo. Situación que se da en la práctica médica. En este caso, la causa de la muerte fue la patología y no la acción occisiva del médico, lo que difiere mucho desde el punto de vista moral del caso en que se procura el aborto".
Por lo tanto, el mal llamado aborto "terapéutico" es "un aborto directo, y por lo tanto ilícito, dado que pretende sanar a la madre eliminado al más débil. No puede considerarse un acto deliberadamente occisivo una terapia".
"Incluso, en el caso de un embarazo por violación nada justifica que se practique un aborto, dado que se le agrega a un acto de violencia e injusticia otro acto de las mismas características eliminando a un ser humano inocente", subrayó el Prelado.
Finalmente, el Obispo indicó que el talante de la sociedad se mide en la capacidad que tiene de hacerse cargo de este ser humano y, obviamente, de procurar las condiciones para que estas situaciones no ocurran.
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