“Los casos de Eluana Englaro, Ramón Sampedro o Inmaculada Echevarría no son eutanasia”

José Carlos Bermejo, religioso camilo y director del Centro San Camilo

“Es más urgente una ley contra el encarnizamiento terapéutico, que una para despenalizar la eutanasia”

(Jesús Bastante).- José Carlos Bermejo habla claro, y sabe lo que dice. Este religioso camilo, director del Centro de Humanización de la Salud, es uno de los mayores expertos en bioética aplicada al final de la vida del mundo. En esta entrevista para RD, Bermejo asegura sentirse "respetado, en ocasiones escuchado" por los obispos, de los que siente "un poco de compasión" cuando hablan de eutanasia y encarnizamiento terapéutico, "no tienen tiempo para preparar"

una respuesta con conocimiento de causa. Considera que "hay mucha confusión en los términos" a la hora de hablar de eutanasia, y tiene claro que los casos de Ramón Sampedro, Eluana Englaro o Inmaculada Echevarría, "no son eutanasia". "Hace falta una cierta alfabetización ética al final de la vida", añade.

Bermejo acude a RD para presentar el Diccionario de Pastoral de la Salud y Bioética (San Pablo) con el recuerdo de la tragedia de Haití a flor de piel. "Tenemos un hospital y una comunidad de religiosos camilos, así como un grupo de estudiantes, que están desarrollando una actividad frenética, y sin medios. Están teniendo que operar y curar sin anestesia", afirma.

Los camilos en Haití, y en todo el mundo, desde el siglo XVI, son reconocidos como "los padres de la buena muerte". "Y es que a veces creemos que acabamos de inventar los cuidados paliativos". Una especialidad que en España "se están desarrollando a una velocidad acelerada", pero que en el debate social todavía se circunscribe a conceptos como eutanasia o encarnizamiento terapéutico. "Nos planteamos acompañar al final de la vida, a vivir dignamente el proceso de morir, sin acelerarlo en el estricto concepto de eutanasia, sino dando dignidad al proceso del morir y respetando la autonomía de las personas".

En este sentido, Bermejo sostiene que "hace falta una cierta alfabetización ética al final de la vida", porque "hay mucha confusión con los términos, incluso cuando sucede algún caso que salta a los medios, hay quien dice que retirar la nutrición o alimentación, como en el caso de Eluana Englaro, Inmaculada Echevarría o Ramón Sampedro... Necesitamos aclararnos con los conceptos, y darnos cuenta que el concepto de eutanasia es muy reducido".

¿Cuándo se puede hablar de eutanasia?

"Cuando una persona con una enfermedad terminal o irreversible, con unos sufrimientos insufribles, libremente, reiteradamente, en contexto sanitario, solicita ayuda a los profesionales sanitarios para que le ayuden, no para que le procuren la muerte, sino para que le ayuden, sólo entonces nos referimos a eutanasia".

Abordamos con José Carlos Bermejo los tres casos más conocidos en los últimos tiempos. Así, "Ramón Sampedro fue suicidio asistido. Alguien le ayudó y él se suicidó". En cuanto a la italiana Eluana Englaro "sería la retirada del consentimiento para unas prácticas que querían ser terapéuticas, siguiendo las voluntades que había reiterado con anterioridad". Y es que, junto a la promoción de los cuidados paliativos, los camilos, y la propia Iglesia, fomentan "la posibilidad de expresar, a través del testamento vital, cuando estamos bien. Yo lo he hecho el verano pasado, sin ese miedo a los profesionales, sino como ejercicio a la propia realidad".

El caso de Inmaculada Echevarría, que afectó directamente a religiosos, pues la granadina tuvo que ser trasladada de hospital por las presiones de cierta jerarquía, "tampoco fue eutanasia" en opinión de Bermejo, que siguió el caso muy de cerca. "Esta mujer, libre y conscientemente, solicitaba limitar el esfuerzo. "Esto ya no lo quiero". No pedía que alguien le hiciera algo para morirse". Para el experto, en casos como estos, "en los que algunos representantes de la Iglesia han mostrado su contrariedad, podían haber revisado la misma tradición de la moral católica, que habría estado más de parte de esas personas".

¿Desde una moral cristiana, son éticamente aceptables estos tres casos?

"Hemos de pisar el freno", contesta Bermejo, que sostiene que tanto el caso de Inmaculada Echevarría como el de Eluana Englaro "eran éticamente correctos". "¿Alguien se preguntó quién es Inmaculada Echevarría antes de hablar?", se pregunta el religioso, para después asumir que "no nos está yendo muy bien insistir tanto en la cultura de la vida. A base de insistir en que hay que generar una cultura de la vida, se nos está olvidando que hay que generar una cultura del morir, y una cultura de la muerte. Donde no hay una cultura del morir, hay analfabetismo ético.

Los impulsos de los sentimientos nos hacen expresar opiniones que denotan falta de cultura".Y es que, más allá de otras cuestiones, "en bioética hay que partir de los datos, disponerse en actitud dialogante con las personas implicadas y ver los valores que están en juego. El referente fundamental ha de ser el Evangelio. Y el Evangelio no nos resuelve muchas de las problemáticas éticas de hoy, pero probablemente pone a la persona en el centro, y nos invita a mirar mucho más de frente y escucharlas detenidamente".

El profesional cristiano "debe entrar en ese debate, con prudencia y serenidad. En bioética no hay dilemas que se respondan con un sí o un no, sino problemas que tienen distintos cursos de reflexión posibles".

¿España va hacia una ley de eutanasia?

Bermejo es rotundo: "Yo no tengo miedo a que se hagan leyes, aunque es más urgente una ley para penalizar el encarnizamiento terapéutico, que una para despenalizar la eutanasia". Y es que, repite, "sufrimos una especie de estrabismo ético, que nos lleva a centrarnos con exceso en la palabra eutanasia, que es un problema de alta complejidad y de baja frecuencia, y se nos olvidan otros problemas tan cercanos".

El religioso camilo insiste en que es urgente "una reflexión seria sobre el final de la vida, para proponer la responsabilidad como criterio fundamental, para no respetar simplemente el curso natural de las cosas, sino hacer que el curso natural de las cosas esté en sintonía con la dignidad esencial del ser humano".

Tal vez en el futuro "tengamos una oportunidad de reflexionar sobre cómo actuamos al final de la vida. Al principio de la vida, hoy todo el mundo ha interiorizado la palabra "responsabilidad". Hay que ser responsables a la hora de tener hijos. Al final de la vida, esto no se ha interiorizado, no sabemos, y toca. Toca limitar el esfuerzo terapéutico, promover la sedación paliativa para aliviar los sufrimientos evitables. Toca acompañar a las familias, no sólo a los pacientes. Toca darnos cuenta de que no todo lo que se puede hacer al final de la vida, deben hacerlo todas las personas".
En este contexto, añade, "clama al cielo que muchas cosas las hagamos porque están al alcance de la mano (una sonda, un respirador...) sin preguntarnos por qué, para qué, si lo desea realmente, si el objetivo es la persona o sólo recuperar una función del cuerpo...".

"Necesitaríamos una cultura del vivir dignamente", concluye José Carlos Bermejo, quien admite que "quizá nos hayamos obsesionado demasiado con el origen de la vida antes de salir a la luz (incluso cuando es biológica filosófica y científicamente definir qué es lo que hay ahí, un exceso de atención), y un defecto de atención cuando los niños ya corren, y a veces lo hacen con hambre y con sed".

Por ello trabajan los religiosos camilos, en España y en el mundo. "Queremos decir una palabra que contribuya a un mundo más humano. Queremos conjugar la palabra "humanizar". Esta palabra, para mí, es el corazón del Evangelio.- Dios humaniza, se humanizó, se hizo hombre con todos los riesgos, y construyó un mundo más humano es una tarea para toda la vida.

Particularmente en el mundo del sufrimiento. En nuestro país, esta palabra hay que masticarla, conjugarla y se puede hacer con la caridad intelectual, y también mediante la praxis".
RD