Me supera, nos supera, les supera a todos.
El embrollo económico es de tal calibre que ni siquiera los más expertos nos iluminan algo. El lenguaje está encarcelado. Las palabras rescate, prima de riesgo, calificación, ibex 35 son entelequias que se usan desde un puro nominalismo huero. De pronto nuestro sistema financiero era de lo más sano y de pronto está hecho una pena. Ayer lo que nos iba a ocurrir no era un rescate y hoy lo es. Hace una semana nuestro presidente volvía triunfante de Europa como si fuera el Cid Campeador y ahora no le llega el agua al cuello.
Todo eso es trágico, porque lo peor en esta vida es no saber y estar engañados.
Pero hay cosas peores. Primero el hundimiento de la política. Estamos en manos del dinero, lo que es decir que estamos dominados por gansters. Es como si la vieja mafia de Chicago se hubiera convertido en el gobierno del mundo. Sólo cuenta “la pasta” y nada más. Nos quejábamos del materialismo histórico de Marx. Pero el liberalismo capitalista, tolerado si no bendecido por la Iglesia ha convertido Occidente en una religión al servicio de Mammona Iniquitatis. No hay otra noticia, no hay otro valor, no hay otro interés que el “excremento del diablo”. Es el fruto del pensamiento único y la glopbalización.
Segundo, el olvido del resto del planeta. Nos angustia tanto la prima de riesgo que creemos es la clave para salvarnos. Soñamos con parecernos a los alemanes y el modelo de ser humano es la señora Merkel. Queremos sociedad de bienestar por encima de todo. Si hay millones sin pan ni agua nos importa un bledo. Tenemos que mantener nuestro status y a eso lo sacrificamos todo. Hemos pasado de la burbuja del ladrillo y el dinero fácil a la estupidez de marionetas de la bolsa, la prima de riesgo y los bonos bancarios.
¿Cómo salir de esta encerrona? Difícil, porque vivimos en una guardería de adultos comandada por secretas manos negras y adoctrinada por los medios informativos. Por otra parte nos faltan profetas como el comer. ¿Dónde están las voces que gritan en el desierto? ¿Qué dicen los obispos de forma contundente contra este escándalo? ¿A dónde huyeron los poetas? ¿Dónde hay voces como las de Helder Cámara, Arrupe, Romero, Ellacuría, Mendes Arceo, monseñor Romero? Estamos dormidos, convencidos de que la crisis no nos permite hacer otra cosa que pensar en rescates, mercados y países emergentes.
¿Quién nos salvará? ¿El Banco Eurpeo? ¿Obama? ¿China? Sólo nos salvará un plus de conciencia, un convencimiento de que el ser humano tiene dentro algo más que una calculadora. Sólo comenzaremos a derrocar este Leviatán del egoísmo especulador cuando dejemos de hacerles caso y despertemos de este embobamiento universal, hacia los valores que cuentan, como la solidaridad, el trabajo responsable, el regreso a la naturaleza, el compromiso con los que están más machacados, más solos, más olvidados. Cuando nos demos cuenta de que hemos cambiado nuestro corazón de carne por una cuenta de beneficios, olvidándonos que el espíritu humano, con su creatividad e imaginación, tiene capacidad de dar saltos infinitos. Ese es el verdadero rescate que necesitamos.
Pedro Miguel lamet SJ
El alegre cansancio
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