No eres tú el que forma a Dios
es Dios quien te forma a ti.
Entonces, si eres tú el trabajo de Dios,
espera la mano del artista
que hace todo a su tiempo.
Ofrécele tu corazón suave y dócil
y mantén la forma en que el
artista te ha moldeado.
Deja que tu greda esté húmeda
y permite que crezca en ti,
fuerte y libre,
la huella de sus dedos.
San Irineo (s IV)
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