«Sufrimos una debilidad de oído ante Dios especialmente en nuestro tiempo. Simplemente ya no logramos escucharle: hay demasiadas frecuencias diversas que acaparan la atención de nuestros oídos».
«Lo que se dice de Él nos parece pre-científico, como si ya no fuera adaptado a nuestro tiempo».
Benedicto XVI
10 de septiembre de 2006, Munich.
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