Curioso artículo a la memoria del beato Juan XXIII de José G. Rodríguez. Me van a permitir que lo enlace. Lean ustedes la coincidencia de esta masiva beatificación con la subida a la silla de Pedro del Papa del Concilio Vaticano II. El caso es que la figura bonachona de aquel sucesor de Pedro, significó la entrada del aggiornamiento en la Iglesia que prosiguió con Pablo VI. Al parecer también a Juan XIII quisieron declararlo santo súbito por aclamación popular, un proceso que el Papa Montini frenó. Seguramente si las cosas siguen con Juan Pablo II tal y como hasta ahora, podremos establecer un paralelismo para ver quien llega antes a los altares. De momento el Papa Bueno ya es beato.
Como no me manejo con el lenguaje eclesiástico les ruego que me permitan seguir con mis reflexiones sin matices clericales, desde la óptica de una cristiana del siglo XXI. A mí no me preocupa esa milenaria costumbre que tenemos los católicos por elevar a los altares a los campeones de la fe, probados en todas las virtudes teologales y además confirmados por hechos milagrosos. Bueno, para ser más exacta esa costumbre es propia de la Iglesia, obviamente no corresponde a los feligreses de cualquier parroquia, aunque esté en su derecho iniciar el proceso.
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