Cerca de quinientas personas, entre sacerdotes, religiosas, diáconos y laicos de distintos lugares de Santiago, se reunieron para orar y dar gracias por los principales acontecimientos pastorales a partir del IX sínodo de Santiago, realizado en 1997, hasta nuestros días.
La jornada estuvo presidida por el Arzobispo de Santiago, Cardenal Francisco Javier Errázuriz, y en ella estuvieron presentes los Obispos Auxiliares Monseñor Andrés Arteaga, Monseñor Cristián Contreras Villarroel y Monseñor Fernando Chomali, además de todos los vicarios episcopales. Agentes pastorales que fueron protagonistas del Sínodo y jóvenes que han participado de sus frutos tuvieron un tiempo de oración mediante salmos e invocaciones al Espíritu Santo. En este ambiente se escucharon testimonios de personas clave para estos diez años en la Iglesia de Santiago.
Enrique Palet, en tiempos del IX Sínodo secretario pastoral de la Arquidiócesis, señaló que este hito lo emociona al constatar “la inmensa, pero a la vez sutil y suave presencia de Dios como inspirador y conductor en su Iglesia a través de gente común y corriente, como todos los que estamos aquí esta mañana”. Agregó que el IX Sínodo “fue la de culminación del plan para la nueva evangelización, un plan que mostró un camino pastoral a la Iglesia de Santiago para transitar desde su presencia tan evangélica en los años de régimen militar hacia la tan desafiante evangelización del tercer milenio, pasando por un importante y significativo cambio de Pastor en la Arquidiócesis y todo lo que eso conlleva”.
El segundo testimonio lo dio el Pbro. Fernando Tapia, parte del comité ejecutivo del IX Sínodo, dijo que éste fue “una gran oportunidad para nuestra Iglesia de consolidar la renovación pastoral que se venía impulsando con decisión desde la clausura del Concilio Vaticano II” y las Conferencias latinoamericanas. “El Sínodo en todas sus etapas nos daba la oportunidad de aprender e instalar en forma permanente el discernimiento como modo de hacer pastoral en nuestra Arquidiócesis y crecer así en fidelidad al Señor”.
Luego intervino el matrimonio formado por Pilar Escudero y Luis Jensen quienes contaron su experiencia en la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano realizada en Aparecida, Brasil. Indicaron que se trató del “hito que cierra, que completa e impulsa el proceso que esperamos seguir como Iglesia”. Luis Jensen explicó que fue un acontecimiento muy enriquecedor y marcado por el Espíritu Santo y la presencia de la Virgen María. Pilar Escudero fue clara al decir que “quien ha experimentado la alegría de encontrarse con el Señor tiene la urgencia de comunicarlo, ya que el verdadero misionero surge del discípulo”.
Añadió que no se puede desaprovechar esta hora de Gracia, “necesitamos un nuevo Pentecostés. Necesitamos salir al encuentro de las personas, de las familias, de las comunidades y compartir el regalo del encuentro con Cristo, quien ha llenado nuestra vida de sentido, que nos cambia la vida con alegría y esperanza”. Con los testimonios y una reflexión sobre los anhelos para el país y la Iglesia terminó la primera parte de la celebración. Encuentro con Jesucristo
La segunda parte de la jornada comenzó con una procesión, desde el patio del colegio hasta la capilla donde se cantaron letanías y luego de la homilía del Cardenal Francisco Javier Errázuriz se renovaron las promesas bautismales y se asperjó a los fieles.
En su homilía, el Cardenal Errázuriz dijo que la V Conferencia General de Aparecida es un impulso para ser discípulos misioneros que, tal como lo dijo el Papa Benedicto XVI, son “las dos caras de una misma moneda”. Continuó explicando que Cristo, en Aparecida, se anuncia como único método para el encuentro con Dios, por tanto vale la pena preguntarse qué buscamos, ya que en el corazón de todo ser humano está el buscar a Jesús, buscar la felicidad y encontrarse con los hermanos. Agregó que este encuentro debe ser profundo, es decir, procurando asemejarse a Jesús teniendo sus sentimientos y proyectos.
Hacer nuestro el Magnificat
El anuncio feliz de Jesucristo brota de un corazón agradecido, que hace suyo el Magnificat de la Virgen María, continuó el Cardenal y dijo que la característica del cristiano es haber tenido la experiencia del amor de Dios en su vida y proclamarlo incluso a un mundo donde las raíces cristianas están amenazadas. En este sentido hizo un llamado a todos los presentes a ser verdaderos misioneros para llegar a los alejados y mostrarles la vida en abundancia que surge de Jesucristo. Finalmente resaltó la importancia de la oración, ya que la misión es una tarea inmensa que no puede llevarse a cabo con fuerzas humanas, sino mediante el contacto a diario con el Señor.
Como un signo final, el Cardenal Francisco Javier Errázuriz, acompañado de los Obispos Auxiliares, abrió las puertas de la capilla hacia la calle como una invitación a evangelizar el corazón de la gran ciudad.
Fuente: Iglesia de Santiago
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