El proceso de beatificación del Padre Arrupe requerirá “un largo tiempo de espera”, así lo anuncia esta semana en la revista Vida Nueva, el Prepósito General de los jesuitas, Peter-Hans Kolvenbach, quien entiende que la Iglesia, que tendrá que realizar un análisis de sus múltiples escritos y las expresiones de fe y amor a Dios y su Iglesia, no podrá declararse acerca de la santidad del jesuita vasco “hasta que este enorme trabajo de estudio y análisis no se haya concluido”.
Kolvenbach aclara, por tanto, que “no es ‘timidez’ lo que detiene el proceso, sino un juicio, creo que justificado, sobre las dificultades reales”.
En la entrevista que el Prepósito General de los jesuitas ha concedido a José Lorenzo también explica las razones que han motivado su renuncia al cargo vitalicio de Superior de la Compañía de Jesús, que ya presentó al papa Juan Pablo II y que finalmente ha sido respondida por Benedicto XVI.
“Después de 25 años al timón del gobierno, creo que la Compañía de Jesús tiene derecho a esperar una infusión de sangre joven”, afirma Kolvenbach, quien añade que a finales de noviembre de 2007 cumple 80 años “con todas las consecuencias que la avanzada edad y una salud precaria llevan consigo”.
El Papa le ha dado la facultad de poner su cargo a disposición de la próxima Congregación General de la Compañía, que se reunirá en enero de 2008, pero el Prepósito deja claro que “la Compañía de Jesús mantendrá el cargo de Superior General de por vida”, es decir, que su sucesor continuará en el cargo “mientras esté en condiciones de guiar la Compañía”.
Más que en una posible “crisis de la Vida Religiosa” en la actualidad, Kolvenbach cree en una cesión del “monopolio” que en otra época ejerció la vida consagrada a la misión de la Iglesia en favor del “fervor y la nueva consciencia del Pueblo de Dios”.
Está convencido de que, en cada momento de la historia, el Espíritu Santo ha guiado a los miembros de la Iglesia para indicarles lo que tienen que ser dentro de ella, no en vano, así nació la orden de los jesuitas: “Cuando en la Iglesia parecía predominar un replegarse sobre sí misma y ensimismarse en sus problemas, el Espíritu suscitó la Compañía de Jesús, que abrió puertas y ventanas para que entrara el viento de la inquietud misionera universal”, subraya el Superior General.
En las páginas de Vida Nueva, Peter-Hans Kolvenbach habla también del trabajo pastoral de los jesuitas en el siglo XXI, del papel de los laicos en la Compañía de Jesús, de las relaciones con Obispos y miembros de la Curia Vaticana y del diálogo Iglesia- sociedad contemporánea, entre otras cuestiones.
Fuente: El periodista Digital
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