Saturday, March 01, 2008

Al iniciar el día, un momento para la oración


Lucas 18, 9-14
En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás, dijo Jesús esta parábola: "Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: "Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo." El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo: "Oh Dios!, ten compasión de este pecador." Os digo que éste bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido."
¿Qué me estás diciendo, Señor?
Reflexiones sobre la lectura de hoy

¿Sobre qué te gustaría lucirte ante Dios?
Seamos honestos. Hay momentos en que deseamos decirle lo buenas(os) que somos, o el bien que hemos hecho.
Podemos mirar en menos la vida moral o espiritual de otros.
Esto es humano; pero no será el final de la historia de nuestra relación con Dios.
Vemos lo que tenemos de bueno, y que todo es un regalo; tanto nuestros "talentos" como lo que hicimos con ellos.
Digamos la oración del recaudador de impuestos:
"Cúbreme, Señor, con tu misericordia; porque, con todas mis buenas obras e intenciones, hay un lado profundo y pecador dentro de mí, que necesita Tu misericordia".
De Espacio Sagrado

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