Wednesday, February 10, 2010

Espacio Sagrado


Marcos 7:14-23
Jesús volvió a llamar a la gente y empezó a decirles: "Escúchenme todos y traten de entender. Ninguna cosa que de fuera entra en la persona puede hacerla impura; lo que hace impura a una persona es lo que sale de ella. El que tenga oídos, que escuche". Cuando Jesús se apartó de la gente y entró en casa, sus discípulos le preguntaron sobre lo que había dicho. Él les respondió: "¿También ustedes están cerrados? ¿No comprenden que nada de lo que entra de fuera en una persona puede hacerla impura? Pues no entra en el corazón, sino que va al estómago primero y después al basural". Así Jesús declaraba que todos los alimentos son puros.Y luego continuó: "Lo que hace impura a la persona es lo que ha salido de su propio corazón. Los pensamientos malos salen de dentro, del corazón: de ahí proceden la inmoralidad sexual, robos, asesinatos, infidelidad matrimonial, codicia, maldad, vida viciosa, envidia, injuria, orgullo y falta de sentido moral. Todas estas maldades salen de dentro y hacen impura a la persona".
¿Qué me estás diciendo, Señor?
Reflexiones sobre la lectura de hoy

Estas palabras de Jesús parecían extrañas a los que las escuchaban. En la cultura judía, preocupada como estaba de las reglas sobre los alimentos, lo opuesto a lo que Jesús decía era lo correcto: el hecho de comer alimentos como carne de cerdo causaba un pecado ritual. Los eruditos se preguntan sobre lo que Jesús dijo en realidad sobre los alimentos, pues Marcos deduce que "todos los alimentos son puros". Si Jesús fué claro sobre esto, ¿porqué hubo tantas discusiones en la Iglesia naciente sobre los alimentos "no apropiados", como se puede encontrar en las cartas de San Pablo y en los Hechos de los Apóstoles?

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