Meditando con los santos y beatos del mes: S. ELISEO, PROFETA

Hoy, 14 de Junio, la Iglesia conmemora a SAN ELISEO, cuya santa muerte tuvo lugar hacia el año 830 AC en Samaria de Palestina. Nacido nueve siglos antes de la venida de Cristo en Abemeula, fue profeta, discípulo de Elías y continuador de su obra. El Martirologio Romano y Carmelitano lo consideran entre sus santos. Unidos, pues, a la Iglesia de Oriente, en donde es muy venerado, y a la orden carmelitana, brindemos nuestro aplauso y afecto a San Eliseo.
Meditación
QUERIDO SAN ELISEO: recordar tu vida es ver al rico propietario rural, que experimentó el momento más emocionante de su vida cuando el profeta Elías, te consagro para ser su sucesor, antes de que el fuera arrebatado a los cielos en un carro de fuego. Tu habías sido su discípulo predilecto durante seis años y la consagración ocurrió cierto día cuando estabas en el campo trabajando. Vivías como ciudadano acomodado en una casa en la capital de Samaría, con un siervo llamado Guejazi, que siempre te acompañaba. A semejanza de Elías tenías también discípulos de los que te sirves algunas veces para ejercer tu misión, y aún para realizar milagros. Tu labor profética se encuadra durante los reinados de los sucesores de Ajab: Joran, Jehu, Joacaz y Joas. Acompañas a los ejércitos contra Moab, alientas sus marchas ante el desaliento, les pronosticas la victoria, revelas las emboscadas del rey de Damasco y, mediante una intervención extraordinaria de Yahvé, anuncias el final del terrible asedio a Samaría. Pero sobre todo, tu misión fue cumplir con el encargo que te dejó Elías: luchar por el triunfo del yahvismo y castigar a la impía dinastía de Ajab. Descubres las intrigas de los enemigos de los reyes, pero luego les fustigas a estos por su impiedad e infidelidad a Dios. Además de ser un profeta político, tu poder taumaturgo fue extraordinario: con el manto de Elías, divides las aguas del Jordán; con un poco de sal potabilizas las aguas de la fuente de Jericó; multiplicas el aceite de la alcuza de una viuda, obtienes de Dios un hijo para la sunanita que te hospeda, al cual luego le devolverás la vida; multiplicas los panes para un centenar de personas, curas la lepra a Naaman, enviándolo a lavarse siete veces en el río Jordán. En fin, un profeta que supo revelar los misterios de Dios, con obras visibles y llenas de simbolismo. San Eliseo, nunca olvidaremos aquel día en el que Elías con su manto te consagró gran profeta del Señor. Radio Vaticano