Wednesday, November 01, 2006

El silencio de la noche (II)



Amparado en la noche Dios habla con Abrahán y le promete una posteridad de la que nacerá el hijo de la promesa. Conocemos el episodio del sacrificio que Dios le pide al sacrificar ese hijo. Cuando Abrahán toma decisiones sobrecogedoras en su vida, siempre lo hace al despuntar un nuevo día, lo que indica que tales resoluciones han sido primero decididas a la luz de la nocturnidad orante del padre de nuestra fe.

Por ejemplo, cuando despide a Agar la esclava y a su hijo Ismael por indicación de Sara, el Libro Sagrado apunta que Abrahán se levantó muy de mañana, tomó pan y un odre de agua y se lo dio a Agar; puso el niño sobre sus hombros y la despidió”(Gn 20,14).

Todo acontecer en la fe, se hace en la noche oscura interna de los orantes.

Decía Platón: “Cuando es hermoso creer en la luz es de noche”. Pero lo que acontece en oscuridad dentro del alma, acaba siempre siendo claridad; lo cantó también el salmista: “la noche es clara como el día”.

Y Juan de la Cruz se hará reiterativo en el canto de la “Fonte”: “que bien se yo la fonte que mana y corre aunque es de noche”

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