Benedicto XVI dará un espaldarazo al rito tridentino
Cuenta Julio Algañaraz en Clarin que aunque se la esperaba, ha causado impresión en los ambientes católicos, sobre todo dentro del Vaticano, la noticia propalada ayer por el Corriere della Sera de Milán: Benedicto XVI se prepara a celebrar la primera misa en latín de un Papa en los últimos cuarenta años. El Pontífice habría elegido el domingo 2 de diciembre, primer día de la celebración del Adviento -el tiempo de preparación para la Navidad-, para presidir una ceremonia con los viejos ritos.
El gesto de Joseph Ratzinger sirve para dar impulso a la "liberalización" de la misa en el antiguo rito preconciliar, que según muchos servirá ante todo como un nuevo paso en el alejamiento del Concilio Vaticano II, en el que están empeñadas las conservadoras cumbres de la Iglesia Católica.
El Papa está empeñado en liderar su propia Revolución Cultural en los campos de la cultura y la liturgia católicas. Ha ordenado obispo al sacerdote milanés Gianfranco Ravasi, quien pronto cubrirá el estratégico cargo de "ministro de la Cultura" de la Santa Sede y será nuevamente promovido, esta vez al cardenalato.
En la misma onda, están contados los días del maestro de ceremonias litúrgicas del fallecido Juan Pablo II y hasta ahora del mismo papa Ratzinger, el arzobispo italiano Piero Marini.
Marini es un partidario abierto de la misa reformada que gestó el Concilio Vaticano II en 1962-65 con sus vientos renovadores y que promovió Pablo VI, que en 1970 puso en vigor las nuevas normas. Benedicto XVI es un tradicionalista y cree que monseñor Marini es muy proclive a las "escenografías litúrgicas" que tanto gustaban a Juan Pablo II y que tanto detesta el nuevo Papa.
Por eso se ha conseguido, informa el vaticanista Luigi Accatoli en el Corriere della Sera, un nuevo maestro de ceremonias litúrgicas, que tiene el mismo apellido que el actual. Se llama monseñor Guido Marini y es de Génova, donde el poderoso secretario de Estado, el cardenal Tarcisio Bertone, que fue arzobispo de la ciudad xeneize, lo tuvo como apreciado "cerimoniere".
El Papa quiere dar una señal clara en favor de sus decisiones de reimplantar el viejo rito de la misa tridentina (por el Concilio de Trento, del siglo XVI) del Papa San Pío V, con la reforma final que hizo en 1962 Juan XXIII poco antes de que el Concilio impulsara la nueva liturgia.
Con el beneplácito del Papa hubo misas en latín con el viejo rito en la basílica de Santa María la Mayor, en Roma, y en el santuario de la virgen de Loreto.
La facultad para los sacerdotes de dar la misa en latín si se la pide un grupo de fieles ha sido recibida sin ningún entusiasmo por la mayoría de los 5.000 obispos de la Iglesia en el mundo. Es más, el "vescovo" de Caserta, en el sur de Italia, monseñor Raffaelle Nogaro, conocido por sus posiciones progresistas, directamente prohibió que la misa en latín fuera celebrada. "A los fieles hay que ofrecerles algo válido y educativo, no ocasiones de desorientación. Creo que atontarlos con imágenes sacras es coreografía", dijo monseñor Nogaró.
Hasta ahora no han llovido los esperados fúlmines sobre este obispo, pues en las cumbres vaticanas no quieren que se desate una guerra en torno al tema de la misa en latín. Ya la asociación de los especialistas en liturgia y la orden de los padres dehonianos afirmaron que la decisión del Pontífice representa "un salto en el pasado que reactualiza las divisiones" en la Iglesia, minando en forma explosiva "la renovación conciliar".
Son los grupos ultraconservadores, especialmente los cismáticos partidarios del obispo francés monseñor Marcel Lefebvre, fallecido hace una década, los más contentos con la restauración de la misa en latín.
La reforma litúrgica tuvo un éxito enorme en la Iglesia porque adaptó los ritos a la universalidad de los 1.100 millones de fieles.
En el viejo rito de la misa tridentina, el celebrante oficia en latín dirigido al tabernáculo y de espaldas a los fieles, cuya participación es limitada a pocos momentos. El canto gregoriano es la única música admitida en misa. Nada de guitarreadas e instrumentos folklóricos, que el actual Papa detesta.
En la misa actual se usan las len guas nacionales y no sólo el latín. Los laicos participan en las lecturas bíblicas, celebrantes y fieles se intercambian el saludo de la paz, las músicas pueden ser elegidas con libertad y hay mucha flexibilidad en el uso de los cánones y lecturas eucarísticas.
En su "motu proprio" (por iniciativa propia) de Benedicto XVI el 7 de julio último, que reimplantó la misa en latín, el Papa afirmó que ésta no afecta la celebración de la misa reformada. Pero crecen los temores de que tras un período de prueba, el latín, algunos viejos ritos y la música sacra serán introducidos en la misa del Concilio Vaticano II.
Fuente: El Periodista Digital
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