En Kenia, la continúa agudización de la violencia y de la reacción gubernamental ante las protestas está llevando al país al borde de la guerra civil, que corre el riesgo de asumir la máscara de odio étnico. Es la denuncia que hace en primera página “L’Osservatore Romano”, diario de la Santa Sede.
Las protestas, estalladas tras las elecciones presidenciales del 27 de diciembre, con la reelección de Mwai Kibaki, considerada fruto de fraudes por la oposición guiada por Raila Odinga, han degenrado en feroces crímenes de grupos armados y en respuestas gubernamentales.
“L’Ossertore Romano” explica que fuentes de la policía han recibido la orden de «disparar para matar» y la podrían aplicar no sólo contra saqueadores y bandas armadas, sino también contra los manifestantes.
Unas 850 personas, entre éstas un sacerdote, han sido asesinadas desde que degeneró la situación. La mayor parte de las víctimas eran miembros de la tribu de los kikuyus, que ahora se están vengando sobre otras tribus, concebidas como defensores del opositor Odinga.
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