El domingo pasado nos encontramos con Pedro Labrín sj, quiene estuvo un tiempo en la obra jesuita de Tirúa y sobre el tema mapuche conversamos con él
Pedro tu que has estado junto a los mapuches en Tirúa, le consultamos que hacer frente a esta situación
Pedro: Frente al qué hacer, creo que a todos nosotros nos corresponde una responsabilidad bien grande, en particular como cristiano, a los jesuitas que estamos allá, o que hemos estado en algún momento, nos ha correspondido hacer vida en común con gente absolutamente buena, empeñada en sacar adelante a sus familias por medio del trabajo, siendo fieles a sus costumbres, manteniendo en pie su identidad y sin embargo de parte, es difícil culpar, no se trata de eso, pero de parte del Estado, de las grandes instituciones, de los medios de comunicación, no se respeta esa dimensión, sino más bien se impone una caricatura.
Cuando hay una manifestación violenta o algún hecho delictual son los mapuches; sin embargo cuando algún chileno comete algo, tiene nombre, tiene apellido y no se dice los chilenos. En cambio con los mapuches se dice “los mapuches”
Las razones, las causas mapuches me parecen, estoy convencido de eso, son legítimas. Como país, como sociedad hemos sido sordos, no hemos respondido con justicia; no hemos sido promotores de la paz. Por el contrario, tenemos, como Estado, como chilenos, el peso de haber intervenido violentamente en una nación.
Me parece que la única salida es la justicia, por la vía del diálogo, el camino más largo pasa también por educarnos a nosotros.
Yo creo que nuestros hijos, nuestros niños en las escuelas, en nuestras familias, nuestro modo de valorar, de comunicarnos, tiene que incorporar esta relación distinta del hermano diverso, con el cual compartimos una misma tierra.
Y lamentablemente ese valor no lo hemos cultivado como sociedad.
Entonces a los cristianos nos cabe harta pega en eso.
¿Cómo lo vamos a hacer?
Yo creo que mirando a Jesucristo, que era un judío marginal en un contexto de opresión y fue capaz de alumbrar no solo la realidad cultural de su pueblo, sino de toda la humanidad.
En el Señor está el modelo
Pedro: Frente al qué hacer, creo que a todos nosotros nos corresponde una responsabilidad bien grande, en particular como cristiano, a los jesuitas que estamos allá, o que hemos estado en algún momento, nos ha correspondido hacer vida en común con gente absolutamente buena, empeñada en sacar adelante a sus familias por medio del trabajo, siendo fieles a sus costumbres, manteniendo en pie su identidad y sin embargo de parte, es difícil culpar, no se trata de eso, pero de parte del Estado, de las grandes instituciones, de los medios de comunicación, no se respeta esa dimensión, sino más bien se impone una caricatura.
Cuando hay una manifestación violenta o algún hecho delictual son los mapuches; sin embargo cuando algún chileno comete algo, tiene nombre, tiene apellido y no se dice los chilenos. En cambio con los mapuches se dice “los mapuches”
Las razones, las causas mapuches me parecen, estoy convencido de eso, son legítimas. Como país, como sociedad hemos sido sordos, no hemos respondido con justicia; no hemos sido promotores de la paz. Por el contrario, tenemos, como Estado, como chilenos, el peso de haber intervenido violentamente en una nación.
Me parece que la única salida es la justicia, por la vía del diálogo, el camino más largo pasa también por educarnos a nosotros.
Yo creo que nuestros hijos, nuestros niños en las escuelas, en nuestras familias, nuestro modo de valorar, de comunicarnos, tiene que incorporar esta relación distinta del hermano diverso, con el cual compartimos una misma tierra.
Y lamentablemente ese valor no lo hemos cultivado como sociedad.
Entonces a los cristianos nos cabe harta pega en eso.
¿Cómo lo vamos a hacer?
Yo creo que mirando a Jesucristo, que era un judío marginal en un contexto de opresión y fue capaz de alumbrar no solo la realidad cultural de su pueblo, sino de toda la humanidad.
En el Señor está el modelo
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