Una intensa y excepcional capacidad mística para un Papa que se apagó hace tres años, como hoy, en el tiempo de pascua, al finalizar un pontificado lleno del símbolo de la Resurrección.
De este modo Benedicto XVI describió a Juan Pablo II en la misa en el sagrario de la Basílica Vaticana, en el aniversario de la muerte, acaecida la noche del 2 de abril de 2005.
Un dinamismo pascual que caracteriza a Juan Pablo II como quien acepta la cruz y los sufrimientos. Benedicto XVI recordó la frase “no tengan miedo”, verdadero tema de su Pontificado y subrayó la dimensión del sufrimiento de los últimos años, la confianza y el abandono que el fallecido Pontífice tenía en la Divina Misericordia.
Sólo el amor de Dios puede contener el mal, como bien lo sabía Juan Pablo II que había conocido y vivido personalmente las tragedias del siglo XX; sólo el amor omnipotente de Dios puede vencer la prepotencia de los malvados y el poder destructivo del egoísmo y del odio.
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