Fue embajador cerca de la Santa Sede y pieza clave de la Transición española
(Vida Nueva) Joaquín Ruiz-Giménez ha fallecido este jueves, 27 de agosto, en su domicilio de Madrid a los 96 años de edad. Católico reconocido, Ruiz-Giménez fue embajador cerca de la Santa Sede entre 1948 y 1951 y su labor fue fundamental en la Transición española.
Calificado por Tarancón como un “católico ejemplar”, la trayectoria de Joaquín Ruiz-Giménez es ciertamente un ejemplo claro del compromiso cristiano en la vida pública y política española en estos últimos 50 años. Militante desde muy joven en el movimiento estudiantil, Ruiz-Giménez llegaría en 1939 a presidir Pax Romana, la gran organización internacional de los universitarios católicos, una responsabilidad que le supuso el reconocimiento del Vaticano y que le acabaría abriendo las puertas de la Embajada española cerca de la Santa Sede.
Desde 1948 hasta 1951, su labor sería clave para la negociación del Concordato, que se acabaría firmando en 1953. Para entonces ya ocupaba la cartera de Educación, donde emprendió un proceso de reformas y de democratización de la universidad. Pero, enfrentado con los sectores más inmovilistas del régimen, acabó dimitiendo en 1956 para volver a ocupar la cátedra de Filosofía del Derecho que había ganado unos años antes.
Convencido de la necesidad de este proceso democrático y de la defensa de los derechos humanos, Ruiz-Giménez iniciará entonces una lenta pero fructífera labor que sentará las bases para la futura Transición.
Líder de la democracia cristiana
En 1963 funda Cuadernos para el Diálogo, espacio de encuentro de los democristianos que él mismo acabará liderando en los últimos años del franquismo. Dentro de las restricciones de la dictadura, la revista será uno de los foros privilegiados de crítica al régimen. En esos años, Ruiz-Giménez contó con el respaldo vaticano. Juan XXIII lo tuvo entre los expertos en cuestiones sociales y políticas que participaron en los trabajos de las comisiones del Concilio y, más tarde, Pablo VI lo haría miembro del Consejo de Laicos. Con la llegada de la democracia, emprendió una breve carrera política que culminó en 1977, cuando no obtuvo representación su candidatura por Izquierda Democrática, dentro de la Federación de la Democracia Cristiana.
Retirado de nuevo a la vida universitaria, su espíritu de concordia sería recompensado cuando fue nombrado por el grupo socialista, con un amplio respaldo de la oposición, como primer Defensor del Pueblo de España, cargo que ocupó hasta 1987.
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