Saturday, August 29, 2009

El sentido común de Benedicto XVI


El Cardenal Bertone ha salido en defensa del Concilio Vaticano II y le ha dado el mutis a esa serpiente de verano que es la reforma de la reforma de la liturgia, una comedia de enredos donde los lefebvristas con sus poderes mediáticos no hacen más que presionar a la curia Vaticana. Atribulado debe andar el cardenal Cañizares a quien ya vistieron de capa magna, y ahora le van marcando el camino al Prefecto de la Liturgia mostrándole las puntillas y encajes de bolillos para que oficie según el rito tridentino, que para muchos es casi decir, como Dios manda.

Globos sonda son ahora el nuevo método de tantear el terreno, sirven igual para un roto que para un descosido; no sabemos bien si tendrán en cuenta nuestras opiniones, pero sería el momento de consultar no a los expertos en esa cosa que es la liturgia, donde cada movimiento o frase tiene un significado que el pueblo llano desconoce. Digo que sería bueno consultar, si es que hay algo de cierto en este batiburrillo de verano por el que algunos asesinan dialécticamente al Concilio Vaticano II y de paso al Novus Ordo.

Porque si bien es cierto que se han cometido toda suerte de tropelías en Eucaristías fuera de lo común, donde se permiten innovar ante el asombro de los entendidos. También se ha visto una cierta desidia que incluye al mismísimo cardenal Rouco que no tuvo empacho en visitar a los curas de Entrevías, con sus Eucaristías sui géneris, donde comulgaron Zerolo con Bono en un día glorioso para Entrevías y de vergüenza para quienes creemos que El Cuerpo de Cristo merece mayor respeto.
Y es ahí donde se sitúa justo el término medio, en poner a cada uno en su sitio y dejar que la Eucaristía pueda ser manipulada según le sople la ventolera al cura de turno. Pero sin renunciar a la actual liturgia. Modificaciones que no sean llamar a la santidad a fieles y sacerdotes, pueden alterar incluso el diálogo ecuménico, que probablemente estuvo en el fondo de aquella reforma. Que se cante en latín no es ninguna novedad, ni altera a ningún creyente. Cada uno tiene sus preferencias, pero la vuelta de bonetes romanos o latinos, serviría exclusivamente a los modistos y sería bochornoso para el pueblo llano, que aprecia la sencillez y entiende que la dignidad no se reviste de ropajes o filaterías.

Al parecer, queda claro que existen muchos modos de celebrar la liturgia sin que unos sean mejores que otros, porque en todos ellos lo que se celebra es el Sacrificio Redentor de Cristo, haciéndonos partícipes activos del mismo. Dejo para los expertos las sutilezas del actual misal que algunos pretenden modificar para introducir de nuevo el latín. Semejante despropósito, puede dar lugar a una crisis como la que originó en su momento monseñor Lefebvre.
Quede claro que en tiempos donde las humanidades se relegan de los planes de estudio, el latín sigue siendo la lengua de la Iglesia, pero ni están preparados los fieles ni los sacerdotes para hablar en la lengua de Horacio y sustancialmente, nadie entiende que sea más correcto rezar un padre nuestro en latín que en malayo, por nombrar una lengua poco común. De lo que se trata es de no cometer ningún sacrilegio al celebrar la Eucaristía, mantener el rito le corresponde al oficiante y llamarle al orden si no lo hace, supongo que es función de su obispo.

Mientras se baten en dialécticas los partidarios del Novus Ordo y los emboscados tridentinos, la gente sigue en la playa a lo suyo que es broncearse estos tres días que quedan de agosto para lucir palmito al regresar al trabajo. Es lamentable que la Iglesia salga en los papeles exclusivamente por la liturgia y no por predicar la Palabra de Dios a tiempo y a destiempo. Pero en esas estamos.
Carmen Bellver
Diálogos sin frontera
RD

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