Hacía quince días que Juan no había ido a ver al abuelo. Los exámenes y la final de baloncesto llenaron todas las horas libres. Pero pensaba a menudo en él. La enfermedad iba haciendo su curso y no había un pronóstico demasiado optimista. No quería ni pensar que el abuelo se moriría, era una posibilidad que siempre rechazaba. Pero, como es natural, estos pensamientos volvían y eso sacudía Juan por dentro como si sufriera los vértigos de la alta montaña. Juan tenía muchas ganas de hacerle una pregunta personal al abuelo. Y fue así, cuando después de saludarlo y preguntarle cómo se encontraba que le pone en marcha:
Abuelo, y tú, ¿por qué crees en Dios?
La mirada del abuelo es muy inteligente. Se fija en el fondo de los ojos de Juan, y parece que llega a los sentimientos más escondidos.
Juan, esperaba esta pregunta. Sí, creo en Dios. Los padres me enseñaron ya medida que me he ido haciendo mayor he ido entendiendo la fe de mis padres.
Y como lo sabes, abuelo, que es? ¿Lo has visto alguna vez?
Es difícil de explicar. Para decirlo en pocas palabras ... tengo confianza en Jesús, creo que no nos ha engañado y Jesús habla de Dios como Padre universal, siempre cerca de nosotros con un amor incombustible.
Es decir, tú, abuelo, tienes puesta la confianza en Jesús. Te fías. Mira, yo me fío de ti ... ya lo entiendo ... cuando hay confianza parece que todo es más fácil. Quisiera creer en Dios como crees tú. Pensaba que si creer en Dios es algo bueno para ti .... pues también lo es para mí.
El abuelo ha estado escuchando estas palabras de Juan con toda atención. Su pensamiento, sin embargo, va más lejos. Más o menos intuye que su nieto le está acertando en el tema de la fe. No quiere llegar por largos e inacabables razonamientos metafísicos, sino por la confianza, si se fía de Jesús .... creerá tarde o temprano en Dios. Y no en cualquier Dios, sino en Aquel que revela Jesús.
La fe se contagia. Los razonamientos son inacabables y última una duda, existe la duda de la duda ... y mientras tanto van pasando los días, las semanas, ya veces los años. Juan está muy cerca de rezar, de hablar con Dios, de tener una experiencia de su proximidad.También el abuelo muchas veces ha rezado por Juan y por sus padres.
Para ayudar a nuestra fe tenemos buenos referentes. Todos podemos ser como "abuelos" de quienes empiezan si somos constantes en la oración y tenemos nuestra confianza en Jesús.Intentar ir viviendo según Él es el mejor de los razonamientos.
Jesús Renau sj.
pregaria
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