Ha sido inaugurado en Roma por el Papa Benedicto XVI
En la tarde del sábado 28 de junio, el Papa Benedicto XVI, acompañado del patriarca de Constantinopla y primado de la Iglesia ortodoxa, Bartolomé I, abría en la basílica romana de San Pablo Extramuros una nueva puerta jubilar -la ya llamada "Puerta Paulina"- y encendía la mecha del brasero llamado "Llama Paulina", abriendo de este modo solemne el Año Santo del Apóstol San Pablo, que se prolongorá hasta el 29 de junio de 2009
La Palabra de Dios y las peregrinaciones
La celebración conmemora el bimilenario del nacimiento del apóstol de las gentes. La Iglesia ortodoxa también se suma a esta efeméride, en un claro signo ecuménico, uno de los ejes del Jubileo, en cuyo decurso -del 5 al 26 de octubre- tendrá lugar en Roma la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos. "La Palabra de Dios en la vida y en la misión" es su tema. San Pablo es uno los autores y protagonistas de la Palabra de Dios, concretamente del Nuevo Testamento con catorce cartas y una muy abundante presencia en el libro de los Hechos de los Apóstoles. El Año Paulino ha de ser también y por ello el año de la Palabra de Dios. Nuestra Iglesia necesita conocer más y mejor el Libro de los Libros. Vivir de ella y nutrirse en sus fuentes. Y es que, como ha afirmado Benedicto XVI, San Pablo, el cristiano de la Palabra, no es un personaje del pasado, sino que está vivo y presente entre nosotros y quiere también seguir hablándonos. Su palabra ha de continuar resonando: "Para mi la vida es Cristo", "Me basta tu gracia: la fuerza se realiza en la debilidad, "Todo lo puedo en aquel que me conforta", "Vivo yo mas ya no yo: es Cristo quien vive en mi"... El mensaje de Pablo, eco y resonancia de la Palabra de Dios, sigue siendo actual e interpelador: es una llamada a llenarse apasionadamente de Jesucristo. Solo El salva. Solo El es Quien nos salva. Y en esta esperanza somos salvados.
Otro de los contenidos y, a su vez, medios y caminos para la adecuada celebración del Año Paulino serán las peregrinaciones. La basílica ostiense de Roma -la basílica de San Pablo Extramuros- y el vecino lugar romano del martirio del apóstol -Tre Fontane- son el epicentro de estas peregrinaciones. Otros de sus reclamos habrán de ser la Turquía natal de Saulo, nacido en Tarso, en la región de Cilicia, y la Turquía interior tan vinculada también con el ya Pablo cristiano; Tierra Santa, en cuya escuela jerosolimitana de Gamaliel se instruyó en la ley mosaica; y Grecia (Atenas, Corinto, Tesalónica, Colosas...) con sus islas de Egeo. Asimismo en las diócesis, a juicio de los obispos, se pueden determinar algunos templos y algunas fechas para recibir la gracia de la indulgencia plenaria que conlleva este Jubileo.
Evangelización y misión
"Año Paulino: evangelización, comunión en la Iglesia y plena unidad de todos los cristianos" era la frase con la que Benedicto XVI concluía su alocución previa al rezo del Ángelus del pasado domingo 29 de junio. De esta manera, horas después de haber inaugurado el Año Jubilar, el Papa fijaba, de nuevo, los objetivos y las expectativas de esta convocatoria, que llegan a nuestra Iglesia como una bocanada de aire fresco y revitalizador, que todos debemos aprovechar.
Y es que decir Pablo de Tarso es siempre decir evangelización y misión. Decir Pablo es decir apóstol intrépido e incansable, heraldo y servidor del Evangelio de Jesucristo. Celebrar entonces su memoria, vivir su Año Jubilar es una apremiante llamada a la evangelización en todos los areópagos de nuestro mundo y de nuestra cultura. A predicar a tiempo y a destiempo, a correr bien el combate de la fe. San Pablo bien podría ser el patrono de las misiones y el patrono de los medios de comunicación. Pocos como él se emplearon en utilizar los medios entonces a su alcance para la causa del Evangelio.
Ecumenismo y comunión
La dimensión ecuménica del recién comenzado Año Jubilar Paulino se deriva evidente e intrínseca a la hora de hacer memoria y celebración de San Pablo. Sus epístolas y toda su actividad apostólica están repletas de llamadas y de gestos en pro de la unidad de las Iglesias que él mismo había fundado. La basílica romana que custodia sus reliquias ha sido desde siempre un inequívoco punto de referencia ecuménico. Fue asimismo la basílica ostiense el templo en que el Papa Juan XXIII anunció el 25 de enero de 1959 la convocatoria del Concilio Vaticano II, uno de cuyos principales objetivos y frutos fue precisamente también el relanzamiento del ecumenismo.
Esta finalidad ecuménica del Año Paulino quedaba además espléndidamente visibilizada durante el pasado fin de semana con la presencia en Roma del patriarca Bartolomé I, primado de la Iglesia ortodoxa. El camino hacia la unidad de los cristianos se realizaba a través de palabras, de gestos, de presencias, de oraciones. Y, en este sentido, si simbólica fue su presencia el sábado 28 de junio junto a Benedicto XVI en la basílica de San Pablo, más aún lo fue su participación en la Eucaristía del día siguiente en la basílica vaticana y la común profesión de fe realizada en ella y ante la urna que contiene con las reliquias de San Pedro. Igualmente, resultaba significativo y esperanzador el hecho de que también la Iglesia ortodoxa celebre este Año Jubilar Paulino 2008-2009. La hora de la evangelización pasa por la hora de la unidad. Los cristianos -señala el Papa el 29 de junio- no podemos dar testimonio válido, convincente y fecundo de Jesucristo si no estamos unidos, si persiste la separación de los cristianos.
La unidad de los cristianos requiere como etapa previa y permanente la comunión eclesial. Y al respecto, de nuevo, resuenan con fuerza y con interpelación la palabra y el testimonio de Pablo con sus apremiantes llamadas a la comunión dirigidas a las comunidades por él fundadas.
Gesto de comunión eclesial es la entrega e imposición del palio que en la fiesta de San Pedro y San Pablo realiza cada año el Papa con los nuevos arzobispos metropolitanos. La comunión eclesial no es tampoco un mero deseo o una elección optativa y utópica. Es esencia de la misma vida de la Iglesia. Es obligación de fidelidad al mandato de Jesús, el único Señor de la Iglesia. De este modo, el Año Paulino 2008-2009 nos llama a todos a realizar un gran examen de conciencia y un gran esfuerzo en pos de la comunión. Falseamos el imperativo de la comunión yendo por libre, rasgándonos las vestiduras ante decisiones de la Jerarquía que no acaban de cuadrar con nuestros propósitos. Quebramos también la comunión si nos "atrincheramos" en nuestros puntos de vista, si dividimos maniqueamente a los hijos de la Iglesia entre "buenos" y "malos", entre "progresistas" y "conservadores", viendo y sintiendo a otros miembros de ella no como hermanos sino incluso como adversarios.
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Palabra de Dios, peregrinaciones, evangelización, comunión, unidad son, en suma, el carisma paulino, un carisma que en la Iglesia siempre ha estado acompañado y complementado por el carisma petrino, el carisma y el servicio de la autoridad, de la confirmación de la fe concretado en el apóstol Pedro y en sus sucesores. Ambos, Pedro y pablo, carisma petrino y carisma paulino, cimentan la Iglesia, son sus pilares. Ambos son imprescindibles para edificar el único Pueblo de Dios, que nace y vive de la Palabra, de la que San Pablo fue uno de sus mayores "creadores" y difusores. Así, pues, el Año Jubilar Paulino 2008-2009 y desde el primado de la Palabra de Dios y a través de las peregrinaciones, nos urge a trabajar más y mejor por la evangelización, la comunión y el ecumenismo. Nos urge a ser más de Jesucristo pues nos ha de apremiar su amor y su redención en favor de toda la humanidad de todos los tiempos, sin distinciones de raza, nación o cultura.
Ecclesia Digital
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