Hoy, 01 de Julio, la Iglesia en América conmemora a dos de sus mártires que dieron su sangre en tierras mexicanas: San Justino Orona Madrigal y San Atilano Cruz Alvarado. SAN JUSTINO ORONA MADRIGAL fue martirizado en un día como hoy de 1928 en la pequeña localidad de "Las Cruces" cerca de Cuquío en México. Nacido en 1877 en Atoyac, Jalisco, Diócesis de la Ciudad de Guzmán, fue párroco de Cuquío, en Jalisco, y fundador de la congregación religiosa de las Hermanas Clarisas del Sagrado Corazón.
SAN ATILANO CRUZ ALVARADO, padeció el martirio el mismo día junto con Justino Orona Madrigal. Nacido en 1901 en Ahuetita de Abajo, de la parroquia de Teocaltiche, en Jalisco, México, fue sacerdote y vicario en la parroquia del Padre Orona. En el año jubilar 2000, el Papa Juan Pablo II, los declaró Santos junto con otros 23 compañeros mártires.
Unidos pues a la iglesia mexicana, brindemos nuestro vivo aplauso a San Justino Orona Madrigal y San Atilano Cruz Alvarado.
Meditación
Meditación
QUERIDO SAN JUSTINO: tu vida estuvo marcada por la cruz, pero no por eso perdiste tu generosidad y trato amable con la gente. En cierta ocasión escribiste una frase que reflejaba la motivación de tu vida diaria: "los que siguen el camino del dolor con fidelidad, pueden subir al cielo con seguridad". Cuando la persecución mexicana arreció, no huyes. Permaneces al pie del cañón con tu feligresía. Y cuando te hacían ver el peligro de esto, respondías, "Yo entre los míos, vivo o muerto".SAN ATILANO tu también dirigiste tus pasos por la peligrosa senda de la carrera sacerdotal. Y con una alegría que te desbordaba, extiendes tus manos para que fueran consagradas bajo el cielo azul de una barranca jalisciense, donde se escondía el Arzobispo y el Seminario. Pero solo once meses después, mientras ejercías tu ministerio sacerdotal a Salto de Mata, fuiste llamado por tu párroco, Don Justino, para planificar las actividades pastorales. Y esa noche, en el rancho de "Las Cruces" donde se encontraban, las fuerzas federales irrumpieron violentamente. Justino, tu abres la puerta y con fuerte voz les saludas con un "Viva Cristo Rey". Una lluvia de balas fue la respuesta. Atilano, al oír la descarga, te arrodillas junto a la cama y esperas el momento del sacrificio. Pocos minutos más tarde fuiste allí mismo acribillado. Era la madrugada del 1 de julio de 1928.
Radio Vaticano
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