Tuesday, April 28, 2009

Carla Bruni y la Magdalena

Entre los actos de la venida de Sarkozy a España figuraba una visita con los reyes a admirar “la obra invitada” del Museo del Prado, la Magdalena penitente de George de La Tour.

Entre tanto glamour y competencia de modelitos de Carla Bruni y la princesa Letizia, ambas un tanto plastificadas y pendientes de la pose, este escenario nocturno que presenta a la gran amiga de Jesús, María de Magdala en plena meditación nos devuelve a la óptica del arte, que mira más allá.

Leo en un blog de una chica de no sé dónde que la imagen le provoca tristeza porque recoge “una negacion a la vida”. Si la vida es amar de veras, negarse a la vida es tratar el cuerpo y la sexualidad como un objeto y no como un sujeto. Yo soy de los que pienso que la Magdalena estaba enamorada de Jesús, pero de otra manera, que iba más allá de lo que hoy se llama “amores de week end” y de una relación epidérmica.

Aquí George La Tour lejos de sus campesinos y rústicos músicos callejeros rodea al personaje de una gran delicadeza. Es cierto que los pintores han jugado con la Magdalena como una manera de unir arte sacro y erotismo. Pero ¿es que Dios y la belleza están separados? Pocos textos tan eróticos como los versos sacros de San Juan de la Cruz.

Las crónicas cuentan que doña Letizia y Carla Bruni se pasaron el día de su primer encuentro cambiándose de traje. La reina lo hizo sólo una vez, para la cena de gala.

Al final los modelitos parecían más importantes que las acuerdos contra la ETA y las soluciones ante la crisis y las caras de plástico que la verdad.

El arte es también una manera de despertar.



A través del programa “La obra invitada”, el Museo del Prado inaugura un nuevo modelo de exposición que pretende acercar a sus visitantes obras notables de otros museos con el doble objetivo de enriquecer la visita y establecer un término de comparación que permita reflexionar sobre las propias pinturas del Prado.

La obra elegida para inaugurar el programa, La Magdalena penitente de Georges de La Tour, presenta a la Magdalena, símbolo de la redención a través del arrepentimiento, en un escenario nocturno, iluminado por una vela que crea violentos contrastes en los instrumentos de su meditación: los libros sagrados, la cruz y la calavera, emblema de la muerte, objetos que conforman una de las más bellas naturalezas muertas de su autor.

Georges de La Tour (1593-1652)
Originario de la región de Lorena, nada se sabe de su primera formación o si estuvo o no en Italia, etapa imprescindible en la formación de un artista de la época. En su pintura se aprecia, por conocimiento directo o indirecto, la influencia de Caravaggio, tanto en el tratamiento realista de personajes humildes, como en el uso de la luz. Pudo adquirir dicho conocimiento en un viaje a Roma que no ha sido documentado, a través del contacto con caravaggistas holandeses como Hendrick Terbrugghen o de otros franceses que realizaron dicho viaje. En 1639 se trasladó a París alcanzando el título de pintor de Luis XIII. Su muerte provocó su progresivo olvido y la frecuente confusión con pinturas de autores españoles, como Zurbarán o Velázquez.

Georges de La Tour en el Museo del Prado
El Museo del Prado expone dos obras de Georges de La Tour, las únicas existentes en España: Viejo tocando la zanfonía (c. 1620-30) y San Jerónimo leyendo (c. 1627-29). Las dos ilustran las características esenciales de las pinturas diurnas de La Tour, artista especializado en escenas de género y asuntos religiosos, con tipos populares en ambos casos, representados en circunstancias cotidianas. Sus personajes parecen tomados del natural, con fondos neutros y dispuestos con simple y austera geometría. Suponemos que sus clientes fueron burgueses de la región de Lorena, así como instituciones religiosas.
Pedro Miguel Lamet sj
El alegre cansancio
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