El Obispo de Rancagua, Mons. Alejandro Goic, expresó que "el costo social de la crisis no lo pueden pagar los más pobres", en su homilía en la Misa del Día del Trabajo, celebrada este jueves en la catedral de esa diócesis.
En la víspera de la fiesta de San José Obrero, Mons. Alejandro Goic presidió una Eucaristía en la catedral de Rancagua, con la especial intención del Día del Trabajo.
En su homilía, recordando la figura de San José, el humilde artesano de Nazaret, que nos orienta hacia Cristo, el Salvador de todos, el pastor diocesano manifestó que la Iglesia en la historia humana y hasta el fin de los tiempos, tiene la misma misión de Jesús. Y explicó que, por fidelidad a Jesús, la Iglesia defiende la vida humana desde su fecundación hasta su muerte natural, señala los grandes valores sobre los cuales se ha construido la historia patria y debe seguir construyéndose, y hace una propuesta de sexualidad humanizadora que enaltezca la dignidad de la mujer y del varón, que respete el orden natural de la creación.
"No siempre fue comprendido Jesús en sus enseñanzas. No siempre es comprendida su Iglesia hoy en lo que proclama. La Iglesia no está para agradar y halagar a los amos del mundo, sino para señalar la verdad que viene de Dios", apuntó el pastor de Rancagua.
Más adelante, expresó que la Iglesia santifica la fiesta del Trabajo para proclamar el valor real de esta actividad humana, "para aprobar y bendecir la acción de los trabajadores en la lucha que llevan adelante por obtener mayor dignidad, justicia y libertad".
La crisis económica y el trabajo
Citando el reciente Mensaje de la 97ª Asamblea Plenaria del Episcopado, Mons. Goic recordó que los pastores conocen "muy bien cómo la crisis está afectando a muchos sectores de sus familias y habitantes. El cierre de fuentes de trabajo, la cesantía que ello significa, el derrumbe emocional de quienes están en esa situación, los tan dolorosos efectos en la vida familiar, la congelación de estudios superiores, la incertidumbre, son sólo algunos dramáticos efectos. Pero la crisis financiera mundial, cuyas nefastas consecuencias percibimos a diario, tiene un origen mucho más grave, que dice relación con el extravío de los valores éticos y la consecuente vida moral".
En comunión con sus hermanos obispos, Mons. Goic invitó a actuar solidariamente, a cuidar responsablemente las fuentes de trabajo, a la creatividad y a la responsabilidad social del Estado, de los empresarios y de los mismos trabajadores, para no perder fuentes de trabajo y promover nuevos puestos laborales.
Superar la injusta pobreza
"El costo social de la actual crisis no lo pueden pagar los más pobres. De cara al bicentenario y las próximas elecciones presidenciales y parlamentarias urgen debates verdaderos, claros y transparentes para superar la injusta pobreza de los pobres y construir un país más equitativo y solidario", añadió el obispo de Rancagua.
El pastor diocesano subrayó que Cristo comparte la "humilde condición del trabajo manual y de hacerse así solidario con todos los trabajadores de todos los tiempos, sobre todo los más débiles y pobres, que son los más expuestos al desgaste de la fatiga física, del abuso deshonesto e injusto. Esa vida y elección de Cristo es el fundamento de la solidaridad de la Iglesia y de todo creyente con los más pobres y los más humildes. ¡Es una exigencia del Evangelio! ¡Es una exigencia de nuestra fidelidad a Cristo!"
El valor de la organización sindical
Agregó que Chile requiere avanzar mucho más en justicia social, especialmente desde la perspectiva de los trabajadores: "El diálogo empresa-trabajadores no es lo suficientemente fluido, equilibrado. De los casi 8 millones de trabajadores, solo el 13,5% está organizado sindicalmente, menos del 10% puede negociar colectivamente".
Junto con destacar la valoración que hace la enseñanza social de la Iglesia hacia los sindicatos de trabajadores, Mons. Goic plantea que la organización de los trabajadores es fundamental para defender sus legítimos intereses: "una organización que trabaje por la dignificación de todos, libre de toda tutela de partidos políticos, que se esfuerce por la justicia social, por los derechos de los hombres de trabajo. Es una lucha a favor del justo bien, no es una lucha contra los demás. El sindicato es un medio para la solidaridad y la justicia", concluyó.
- Ver texto completo de la Homilía
Fuente: Obispado de Rancagua
Rancagua, 30/04/2009
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