Por Jesús Bastante
RD
Domingo, 26 de abril 2009
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Domingo, 26 de abril 2009
"Islam, cultura, religión y política" (Trotta) es el nuevo trabajo del teólogo Juan José Tamayo, en el que aborda la realidad del Islam en todo el mundo, y también en España. En su opinión, "hay muchos prejuicios en torno al Islam", donde "existe un enorme pluralismo". Para Tamayo, es preciso "generar espacios de encuentro" entre las distintas sensibilidades religiosas, de cara a la integración de las minorías, "pero también de las mayorías. La integración debe ser bidereccional", asegura.
Éste es el contenido de la entrevista
Buenos días y bienvenidos a las entrevistas de Religión Digital. Hoy nos acompaña el teólogo y profesor Juan José Tamayo, que nos viene a presentar Islam, cultura, religión y política, editado por Trotta. Un libro bastante completo que nos muestra cuál es la realidad del Islam no sólo en España, sino en el mundo, con un poco de historia pero también con visión de futuro.
Buenos días.
Buenos días, muchas gracias por vuestra invitación.
Sabes que estás en tu casa. ¿Cómo se le ocurre a un teólogo –no sé si católico o ya multicultural- hacer un libro sobre el Islam?
Pues todo surge de tres motivaciones: una, los encuentros que empezamos a celebrar con motivo de la guerra de EEUU contra Irak. Encuentros y reuniones de diferentes grupos religiosos y muy específicamente de musulmanes. A partir de ahí me surge la necesidad de conocer mejor el Islam, porque yo, como la mayoría de los españoles, tenía una ignorancia casi enciclopédica. Y eso no podía ser, que un teólogo de la Liberación, comprometido con los movimientos sociales e integrado en el diálogo interreligioso, tuviera ese desconocimiento. Eso me obligó, por tanto, a profundizar, a estudiar y a leer. La segunda motivación arranca de la participación en distintos congresos islamo-cristianos. El primero en el que participé fue en octubre de 2003, en Colombia, que celebramos en distintas universidades. Sobre mundo iberoamericano e Islam. Y el tercer motivo, fue la docencia de esta asignatura en la universidad Carlos III, que llevo impartiendo desde hace 3 o 4 años.
¿Y cual es el método de acercamiento? Porque si es cierto que tu partías de una “casi ignorancia enciclopédica”, la mayoría de la población partimos de una total ignorancia muy enciclopédica, además basada en prejuicios. En el primer capítulo de tu libro hablas sobre ellos. ¿Qué parte de realidad tienen?
Todos los prejuicios parten de unos hechos, pero generalmente esos hechos se ideologizan y se falsean. ¿Cuáles son los prejuicios que se tiene sobre el Islam aquí? En España y en general en Europa, llevan existiendo desde las Cruzadas hasta nuestros días. Y son éstos: que es una religión fundamentalista, que es beligerante, que es violenta, que está en conflicto con occidente, que es contraria a los derechos humanos, que disciplina a la mujer, que es uniforme, que no parece afín o compatible con la democracia… Y todo esto se ha conformado a través de una concepción del orientalismo que ha creado una imagen del Islam, o de los países de mayoría musulmana, en contra de Occidente. Es decir, esto surge, a mi modo de ver, de esa necesidad que tiene Occidente de enfrentarse y chocar con otras culturas y civilizaciones para establecer su predominio sobre el resto, considerándose superior, tolerante, generadora de la democracia y de los derechos humanos. Sin embargo, yo creo que globalmente los hechos no confirman estos prejuicios. Porque, claro, la idea de que el Islam es una religión uniforme en la que los 1200 o 1300 millones seguidores piensan, creen y actúan igual, se desmonta en cuanto se observa que dentro del Islam, como de cualquier otra religión, hay un enorme pluralismo.
¿Tal vez vemos el Islam con los ojos de la Iglesia Católica? Es decir, de una institución muy jerarquizada, normativa…
Claro. Y yo creo que habría que distinguir la uniformidad en las creencias y la diversidad en la forma de vivir esas creencias en los contextos culturales. En el Islam hay 5 pilares fundamentales que son irrenunciables para todo creyente. Asumidos, teorizados y practicados. Y eso sí que es un ejemplo de fidelidad. Son la profesión de fe, la oración, la limosna, la peregrinación a La Meca y el ayuno.
No la guerra santa. Tú lo planteas en tu libro, que en contra de lo que muchos pensábamos, no es pilar del Islam.
Sí, sí, es curioso. Es una revelación, un descubrimiento que yo he hecho. Yo inicialmente también pensaba que entre los pilares del Islam estaba el hacer la guerra santa contra los infieles hasta conseguir que toda la humanidad se convirtiera a la causa del Islam y consiguiera de esa manera la salvación. Porque así es el fundamentalismo: pensar que fuera de lo que uno cree no hay salvación. Sean integristas musulmanes, católicos o de otras religiones. Pero no es así. Yihad en árabe es masculino, y no significa guerra santa. Traducirlo así es un resto de la ignorancia de la que hablábamos. Yihad en realidad significa el esfuerzo del creyente por su propia perfección. La lucha del creyente contra el egoísmo y a favor de la solidaridad. Que tiene componente individual, y también social. De hecho, la idea de guerra santa no es musulmana, sino que arranca del judaísmo. Toda la Biblia judía es una llamaba permanente a la guerra santa.
El Antiguo Testamento.
Y luego será asumida por el cristianismo como la ideología que va a legitimar la lucha contra el Islam para recuperar los santos lugares. Pero lo curioso es que una idea, o una práctica, que corresponde a las dos otras religiones monoteístas, se le ha cargado al Islam. Lo que no significa que dentro del Islam no haya tendencias y corrientes fundamentalistas y yihadistas que crean que hay que combatir al mundo occidental y a los infieles porque se han separado del camino de Dios. Y no sólo hay fundamentalistas de carácter ideológico, sino también terroristas que intentan realizar toda esa lucha contra Occidente en nombre de Dios.
Ya he visto que a la hora de diferenciar ramas dentro del Islam no sólo te has quedado en los sunnitas y los chiítas, sino que llegas a incluir hasta una rama de seguidores de Osama Bin Laden y Al-Qaeda. Supongo que por diferenciar hasta el extremo lo que es violencia, lo que es política y lo que es religión. Pero estos prejuicios se contemplan, por ejemplo en España, en la creación de guetos, en la falta de integración… porque no sólo son componentes religiosos, también culturales. ¿Cómo planteas en tu libro la presencia de musulmanes en España?
Lo constato de una manera muy fehaciente. Es decir, que hoy en los países de mayoría musulmana de carácter confesional (al menos en muchos de ellos) se dan esas prácticas represivas contra la mujer, limitadoras del ejercicio de los derechos humanos, muy discutibles desde el punto de vista democrático y con tendencias a la uniformidad. Yo creo que esto es verdad. El ejemplo más claro es el Islam que se practica en la Península Arábiga. O el de Irán. Irán es una republica democrática islámica. Lo dice muy claramente en la embajada de Irán aquí en España, en Madrid. Y ese nombre, “Republica Islámica Iraní”, yo creo que limita sobremanera una serie de elementos a los que no se puede renunciar. Por ejemplo, el derecho a presentarse a unas elecciones a todos los ciudadanos que lo consideren oportuno, sin que haya una especie de clerecía de la revolución que controla las esencias del Islam político y que limita esa participación. Porque la constitución de Irán, lo mismo que la mayoría de constituciones de los regímenes musulmanes, se fundamentan en 3 bases, que son: el Corán, las Shuras... Es decir, los dichos del profeta, y la Sharia, que son textos de hace 12, 13, y 14 siglos, que si no se reinterpretan y si se entienden desde el punto de vista literal, llevan a unas posiciones políticas, culturales y religiosas claramente integristas.
Pero, ¿sería posible una constitución islámica, o se estaría volviendo a mezclar el carácter religioso con el cultural y político de esos países? También me gustaría que me comentaras cómo se traslada eso a España. Porque la mayoría de musulmanes que viven en España todavía son extranjeros o hijos de extranjeros que en buena medida no han terminado de integrarse en plenitud. Sí que nos falta en este país en cierto modo un proceso de integración a todos los niveles, mas allá de lo religioso.
El problema del Islam en España es el siguiente: desapareció oficialmente en el año 1492, tras la conquista de Granada. Y desde esa fecha al año 1992, (5 siglos), el Islam es excluido de todo ámbito de la sociedad española: político, religioso, cultural y social. La marginación era a todos los niveles. No era conocido ni reconocido. Como la religión oficial era la católica, no tenía espacio de desarrollo. Pero, desde 1992 hasta nuestros días, los últimos 20 años, ha sucedido que el Islam ha vuelto a España, lugar natural del mismo, porque aquí estuvieron 8 siglos. Y yo creo que ha vuelto sin ánimos de revancha y sin espíritu de conquista. Dice Freud: “todo lo reprimido, cuando retorna, retorna patológicamente”. Y es curioso que en este caso, después de siglos de marginación y exclusión, el Islam no retorne violenta o agresivamente. Más bien todo lo contrario. Retorna con espíritu de colaborar en la construcción de este país, de mejorar sus condiciones económicas, y con un esfuerzo enorme de integración. Solo un 4% de la población musulmana defiende en España posiciones violentas o apoya el terrorismo en nombre de Dios. Yo lo veo de una manera muy esperanzadora.
Pero sí es cierto, Juan José, que la creación de guetos existe todavía. Y eso es algo que no sé qué solución tiene, no sólo desde el punto de vista religioso. Porque está claro que una forma de encontrarte al llegar a un país extranjero es poder relacionarte con los tuyos, y en ese sentido la religión juega un papel importante. Pero, ¿Cómo se salta eso? Esperamos que la futura Ley de Libertad Religiosa reconozca mucho más los aspectos que desarrollan los acuerdos del 92. Pero, ¿Cómo se traspasa esa barrera? ¿Cómo se consigue que los ciudadanos musulmanes puedan integrarse? ¿O cómo podemos integrarlos? ¿Creemos en una sociedad en la que todos podamos convivir en igualdad?
Yo creo que la integración tiene que ser bidireccional. Imponer nuestras condiciones no es integración, sino asimilación. Lo mismo que tampoco puede ser que vengan con todas sus costumbres y tradiciones y no asuman los principios básicos de la convivencia. Pero yo de verdad creo que este segundo caso no se da. Por las ultimas encuestas que he leído, sé que son muy minoritarios los sectores musulmanes que no comparten los principios de una sociedad democrática o de la modernidad. Mayoritariamente aceptan el pluralismo político, la separación entre religión y estado, la libertad religiosa, los derechos humanos… aunque sí es verdad que todavía tienen la tendencia a refugiarse en la religión, porque es su único elemento identitario cuando vienen aquí y notan rechazo o adversidad. Aunque no es tanto. Lo digo sinceramente, que no noto en la sociedad española comportamientos xenófobos o islamófobos. No veo esas manifestaciones, pero porque ellos no dan lugar a que las haya. Después de tantos acontecimientos que han sucedido y que han supuesto una reacción muy radical de los musulmanes, después del discurso de Benedicto XVI, las caricaturas de Mahoma… yo no he visto en la sociedad española un nivel de beligerancia que les lleve a la confrontación. Y eso es porque en cierta medida sí encuentran acogida, o al menos no rechazo radical. Pero yo pienso que hay que hacer un esfuerzo por ambas partes. El futuro de la humanidad no se puede construir ni al margen ni en contra del Islam. Al igual que el futuro del Islam no se puede construir ni al margen ni en contra de Occidente. Occidente y el Islam están obligados a entenderse y a dialogar.
¿Eres, entonces, partidario de la Alianza de Civilizaciones?
Bueno, no en la manera en que está configurado, porque yo creo que es un proyecto vacío, interesante pero vacío. Es como cuando a Ghandi le preguntaban: “¿Qué piensa usted de la democracia europea?”, y contestaba: “me parece una excelente idea”. Yo de la Alianza de Civilizaciones digo lo mismo: es una buena idea que tiene marketing pero no suficiente contenido, que se limita a 3 o 4 grandes cumbres pero no se operativiza ni produce iniciativas concretas, por ejemplo en el ámbito universitario, intelectual, en los medidos de comunicación, en relación con la inmigración… no veo que eso se haya concretado.
De cara al futuro, ¿Qué tres o cuatro aspectos habría que apuntalar para normalizar mucho más la presencia del Islam español: escuelas, formación de imanes…?
Lo primero debería ser un mejor conocimiento de nuestras respectivas culturas y tradiciones. Sin conocimiento surgen los prejuicios y estereotipos. Creo que es muy importante que los españoles nativos conozcamos el Islam e incluso la influencia que ha tenido en España. Dice Simon Baughmann, el politólogo polaco, que la identidad es como una especie de mosaico al que le falta una tesela. Y yo creo que en el mosaico de la identidad española, la tesela que falta es la del Islam. El Islam es nuestra ínter identidad. Pero a la vez, los musulmanes tienen que reconocer que si han aportado cosas importantes desde el punto de vista económico, político, científico, filosófico y religioso a Occidente, también Occidente tiene importantes aportaciones que hacer en diferentes campos. Lo segundo, hay que generar espacios de encuentro entre las diferentes tradiciones religiosas. Evitar lo que está sucediendo por ejemplo en Francia. ¿Por qué se están dando movilizaciones de baldíes? franceses, sobre todo musulmanes? Porque se han creado guetos. Y cuando un gueto lo forman ellos como un elemento de legítima defensa, de acuerdo; pero cuando los guetos se forman a partir de leyes, de determinados planteamientos políticos, hay que discutirlo y superarlo. Buscar espacios comunes en el ámbito laboral, educativo… En España los musulmanes son 1 millón 300 mil. Habría que ver cómo se pueden integrar también en el ámbito político, en el sector parlamentario, a nivel municipal, autonómico… Y lo tercero, crear espacios de diálogo y debate. Que intelectuales, politólogos, teólogos de una y otras religiones, fomenten el encuentro. Pero no para llegar a un consenso, sino para conocerse mejor, intercambiar puntos de vista y al menos establecer unos mínimos éticos que se deducen de todas las religiones. Una especie de Decálogo de las Religiones en defensa de la paz, de la justicia, de la solidaridad y de la igualdad. Y esos espacios de debate yo creo que deben ser fomentados por las propias instituciones públicas. Yo he participado ya en 4 encuentros de diálogo islamo-cristiano organizados por ayuntamientos y comunidades autónomas. A mí me parece que el tema de la relación entre el Islam y Occidente debe trascender el problema puramente religioso. Porque va más allá.
Hablando de personas y de hacer sociedad.
Claro, de construir sociedad. Y la cuarta sugerencia, o iniciativa, es que las religiones tengan más actitud autocrítica. En la sociedad defendemos la critica y la autocrítica, y las religiones parece que están como parapetadas. Las veo como muy rígidas, muy cerradas, muy dictatoriales. Y tienen que democratizarse, “etizarse” en vez de dogmatizarse y recuperar las mejores tradiciones que tienen: las místicas, las pacificadoras, las profundas. De esa manera se pasa del anatema al diálogo y de la actitud “anti” a la actitud “inter”.
Muchísimas gracias, Juan José.
Religión Digital
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