"Dios ha creado al hombre a su imagen, pero esta imagen ha sido cubierta de tanta suciedad por el pecado, que en consecuencia Dios casi no se veía más en ella. Así el Hijo de Dios se hizo verdadero hombre, perfecta imagen de Dios: en Cristo podemos así contemplar también el rostro de Dios". De este modo Benedicto XVI concluyó la catequesis de la audiencia general, llevada a cabo en San Pedro delante de más de 30.000 fieles. Después de haber presentado la figura de San Germán, Patriarca de Constantinopla entre 715 y 730 D.C, gran defensor de la devoción a las imágenes, el Papa recordó que estos iconos nos enseñan a ver a Dios en el rostro de Cristo, de los santos y de todos los hombres. De san Germán, agregó, podemos también aprender que "la belleza y la dignidad de la liturgia deja ver un poco su esplendor". Lo tercero es amar a la Iglesia. Precisamente a propósito de la Iglesia, nosotros los hombres estamos inclinados a ver sobre todo sus pecados, lo negativo; pero con ayuda de la fe, que nos hace capaces de ver de forma auténtica, podemos también, hoy y siempre, redescubrir en ella la belleza divina". En la Iglesia Dios habla con nosotros, en la Iglesia "Dios pasea con nosotros", como dice san Germán. En la Iglesia recibimos el perdón de Dios y aprendemos a perdonar. Oremos a Dios, concluyó Benedicto XVI, para que nos enseñe a ver en la Iglesia su presencia, su belleza, a ver su presencia en el mundo, y nos ayude a ser también nosotros transparentes a su luz.
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