Sunday, April 26, 2009

La homilía de Betania: NOS FALTA FE DE CORAZÓN

Por José María Maruri, SJ


1.- En medio de las aleluyas y gozo de la Resurrección tal vez se nos pasan desapercibidos palabras del mismo Jesús a sus apóstoles en que siempre recrimina su poca fe. Acabamos de oír el Evangelio: “¿Por qué surgen dudas en vuestro corazón?”. Y más fuertes son las que dice a los dos que huían a Emaús. “Insensatos y tardos de corazón para creer…” Y San Marcos vuelve a decir: “les echo en cara su incredulidad y su dureza de corazón”


Y estas duras palabras contrastan con aquellas en que Jesús, en su vida mortal, había alabado la fe de la gente sencilla. Del centurión dice: “jamás he visto una fe tan grande en Israel”. A la Hemorroisa le dice: “Hija, tu fe te ha sanado”. Y a Magdalena la pecadora: “vete, tu fe te ha salvado”. Y recordáis cuando estando en la casa de Pedro y le bajan por el tejado un paralítico y lo ponen ante Él, dice: “y por la fe ellos curó al paralítico”. A los apóstoles les había dicho duramente en otra ocasión: “si tuvierais siquiera una fe como un grano de mostaza, trasladaríais montes o plantaríais una morera en pleno mar”.



2.- A mí, especialmente, me dejan sin respiración aquellas frases que cierran en San Marcos las apariciones del Señor Resucitado: Estas serán las señales de los que crean en mí: expulsarán demonios, beberán veneno y no les hará daño, agarrarán serpientes y no les morderán. Curarán enfermos. Y yo no dejo de preguntarme: ¿qué clase de fe tengo yo? Ni he traslado montes ni moreras, ¿tengo yo fe? ¿No merezco yo más bien las recriminaciones del Señor por mi dureza de corazón? ¿Yo qué creí que creía?



3.- Fe no es aceptación de un ideario. Fe no es admitir el Credo de la Iglesia… Si os habéis dado cuenta el Señor habla de ser “tardos de corazón”, de “dureza de corazón”. No se queja de que no sepan. Se queja de que no tienen implicado el corazón.


Fe es seguimiento de una persona, es adhesión al Señor, es confiar plenamente en Él, es estar dispuestos a darlo todo por Él, es un enamoramiento, es algo que nos empuja al Señor.
El paracaidista puede saber de memoria toda la teoría y estar muy seguro de su paracaídas, al fin tiene que cerrar los ojos y tirarse al vacío-


Fe es tirarse al vacío en la plena confianza de que allí esta el Señor para recibirnos en sus fuertes brazos.



4.- Yo creo que en nuestro afán de asepsia, de parecer lógicos y racionales (por no decir racionalistas) hemos amojamado el corazón, lo hemos endurecido y de eso nos acusa el Señor. Un corazón se endurece, como carne sin jugo. Tenemos una fe congelada como son la mayoría de nuestros alimentos. Nuestro corazón ha perdido la frescura de una religión joven y entusiasta, somos cristianos no viejos, sino envejecidos, con arteriosclerosis aguda. Vuelve a hacerse necesario aquello de Jeremías: “Sacaré de tu pecho el corazón de piedra y meteré allí un corazón de carne.


Cómo somos capaces de amar a un ser humano de carne y hueso debemos saber amar a Dios, que para eso es carne de nuestra carne y hueso de nuestros huesos. ¿Y si no para que hace el Señor Jesús tanto alarde de que no es un fantasma, de que puede comer, de que tiene carne y huesos como nosotros, aún después de resucitado?


Os voy a decir una cosa que es tabú entre los curas “entendidos”, entre los curas “intelectuales”. La devoción al Corazón de Jesús no iba más que a esto, a hacernos caer en la cuenta de que somos capaces de tener un amor de corazón a corazón con el Hijo de Dios.



5.- Nos falta fe de corazón, que no necesita razones, como no necesitamos razones para amar a una a la que queremos. En cuanto que tengamos que buscar razones para amar… se acabó el amor.


Necesitamos la cercanía del Señor Jesús y esa la tenemos en la Eucaristía, en los sagrarios. ¿Creemos de verdad que Él está en los sagrarios? Pues no sé como somos capaces de marcharnos a casa. ¿Cómo no nos pasamos día y noche junto a Él, como María? El Señor nos da un corazón de carne para amarle a Él.

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