Thursday, April 02, 2009

Las persecuciones a los católicos frenan el acercamiento entre China y la Santa Sede

Una vez más, la presión del Gobierno de Pekín ha podido con el sincero intento de Benedicto XVI por restablecer las relaciones con China. Así lo han constatado los expertos que han participado, esta semana, en un encuentro de diálogo para debatir el futuro de la Iglesia en el gigante asiático. Justo el mismo día en que comenzaban dichas reuniones, el Gobierno de Pekín secuestraba, y arrestaba al obispo de Zhengding (China), Julio Jia Zhiguo. "Hechos de este tipo obstaculizan el clima de diálogo" con las autoridades chinas, "que auspicia vivamente" el Papa, afirmó la Santa Sede en un comunicado.


El prelado, de 71 años, ya ha sufrido en otras ocasiones el arresto. En esta ocasión, fue secuestrado por cinco policías, que se presentaron en su domicilio y lo llevaron a paradero desconocido. "Por desgracia, no se trata de un caso aislado", lamenta la Santa Sede, que afirma que otros religiosos chinos están siendo "sometidos a presiones y limitaciones en su actividad pastoral".


"La reunión se ha clausurado con un encuentro con el Santo Padre, que como Sucesor de Pedro, perpetuo y visible principio y fundamento de la unidad del episcopado, ha subrayado la importancia de ayudar a los católicos en China a que enseñen a los demás la belleza y la racionalidad de la fe cristiana y a presentarla como la propuesta que ofrece las mejores respuestas desde el punto de vista intelectual y existencial. Además, ha dado las gracias a los presentes por su compromiso en el campo de la formación y les ha alentado aseguir con su servicio por el bien de la Iglesia en China", concluye la nota.


En China existen entre 8 y 12 millones de católicos, según datos del Vaticano, divididos entre los pertenecientes a la Iglesia oficial -controlada por el Gobierno comunista y conocida como Patriótica- y la clandestina, en comunión con Roma y perseguida por el gobierno de Pekín, informa Efe.


Uno de los puntos que enfrenta al Vaticano con Pekín es el nombramiento de los obispos, pues Roma reclama que sólo pueden ser designados por el Papa, mientras que la "Iglesia Patriótica" ha ordenado obispos sin el visto bueno de la Santa Sede.


El Vaticano y China no mantienen relaciones diplomáticas desde 1951, después de que Pío XII excomulgara a dos obispos designados por el Gobierno chino, que a su vez expulsó al nuncio apostólico, que se estableció en la isla de Taiwán.


Para reanudar las relaciones diplomáticas, China exige que el Vaticano rompa previamente con Taiwán y no "interfiera" en los asuntos internos chinos.


A mediados de 2007 Benedicto XVI envió una carta a los católicos chinos en la que expresaba su deseo de restablecer las relaciones diplomáticas con China, lo que supondría, según el Vaticano, trasladar la Nunciatura de Taipei a Pekín.

Jesús Bastante
baronrampante@hotmail.es

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