El secretario de Estado del Vaticano, cardenal Tarcisio Bertone (Romano Canavese, Piamonte, 1934), viajará el
próximo martes a Barcelona para recibir de manos del rey Juan Carlos el IV
Premio Internacional Conde de Barcelona, que otorga la fundación del mismo
nombre, vinculada al Grupo Godó. El cardenal
Bertone recibió a La Vanguardia el pasado miércoles en el Palacio Apostólico. En
conversación distendida nos explicó su pasión por el fútbol -es sacerdote
salesiano- y su afición al cine. Días antes había vuelto a ver Vacaciones
en Roma...
"Creo que en
la película sale un antiguo corresponsal de su diario en Roma...".
¡Julio
Moriones, saludando a Audrey Hepburn!
Certo!
Gran seguidor de la
Juve, el cardenal Bertone no le quita el ojo al Barça, equipo preferido por sus
colaboradores más inmediatos. Un guiño a la ciudad que le acogerá dentro de
unos días.
Benedicto
XVI ha visitado España cuatro veces en cinco años. ¿Cómo ve hoy la Santa Sede
la vieja España católica?
Miren, no estoy de
acuerdo con este calificativo. España, hoy, no es vieja y continúa siendo
católica. A pesar de las dificultades, los católicos, según estadísticas
recientes, representan casi el 75% de la población, por tanto una clara
mayoría. Los obispos españoles, en el plan pastoral 2011-2015, escriben que han
podido experimentar en las frecuentes visitas de Benedicto XVI, de manera muy
viva, su cercanía, y están muy agradecidos, ya que él ha sembrado
abundantemente en un terreno que, como sucede en general en Occidente en las
últimas décadas, está atenazado por una mentalidad relativista y laicista, y tiene
la pretensión de construir una sociedad sin Dios. Un síntoma evidente de este
fenómeno es la caída drástica de las vocaciones en el país, especialmente al
sacerdocio. Este campo, antes fertilísimo, ahora es árido. El relativismo y el
laicismo van configurando una sociedad que choca con los valores fundamentales
de la cultura católica, minando por ejemplo instituciones como el matrimonio y
la familia y socavando los fundamentos de la vida moral. El episcopado español
está movilizando todas las fuerzas de la Iglesia de España para hacer frente a
esta situación y reevangelizar la sociedad. Es mi deseo y rezo para que esta
obra tenga un éxito total.
El
Papa está muy preocupado por la actual crisis económica y habla con frecuencia
de ello ¿Cree que Europa y el mundo occidental en su conjunto tienen una
estrategia adecuada para afrontar los problemas? ¿Existe una línea católica frente a la crisis?
Su Santidad ha expresado su preocupación, desde los inicios
de la actual crisis, en la encíclica Caritas
in veritate (La caridad en la verdad). Ha examinado algunas de las
causas y en particular ha puesto en guardia ante formas de individualismo
egoísta, reclamando 1a necesidad de un aliento ético en la economía. Esto
significa, en primer lugar, favorecer una mayor asunción de responsabilidad
personal, mediante el "compartir deberes", más que en la
"reivindicación de derechos". En segundo lugar, es necesario plantear
políticas sociales que promuevan la solidaridad. Estoy convencido de que Europa
sabrá afrontar y salir de la crisis que atraviesa, que no es sólo económica.
Pero lo podrá hacer tanto más eficazmente cuanto más sepa descubrir la
centralidad de estos valores, humanos y cristianos, que la han edificado y
hecho grande en la historia. Deseo subrayar la inmensa obra de caridad y sostén
a los más débiles que la Iglesia católica realiza en España y muchos otros
países. La acción de Cáritas es directa y capilar, ante necesidades urgentes a
las que otras agencias estatales no logran dar respuesta.
La crisis
golpea sobre todo a Portugal, Grecia, Irlanda, España e Italia, países -excepto
Grecia- de profunda tradición católica. ¿Existe un gen católico en la crisis europea?
¿Estamos, otra vez, ante la vieja contradicción entre capitalismo anglosajón y
la moral católica?
Los países que han
citado no son los únicos mayoritariamente católicos en nuestro continente, y de
todas formas presentan notables diferencias internas. Me parece que la crisis
ha golpeado a toda Europa, aunque en distinta medida, evidenciando los puntos
débiles de cada país, así como los límites estructurales de la actual
arquitectura política y económica de la Unión Europea. Por tanto, la tesis que
quiere hallar un "factor religioso y cultural" en las primas de
riesgo (sobre la deuda) puede parecer sugestiva; sin embargo, no sólo no parece
históricamente justificable, sino que además corre el riesgo de llegar a ser un
pretexto para no buscar soluciones adecuadas. Lo que seguramente tienen en
común los estados que ahora la están sufriendo más es la falta de confianza,
con el predominio de un miedo general ante futuro. Uno de los problemas de base
y muy dramáticos es el bajo índice de natalidad. La disminución de los
nacimientos plantea serios interrogantes sobre quien podrá en el futuro pagar
las deudas de algunos países, favoreciendo así las incertidumbres y las
tensiones de los mercados. La crisis no puede ser por tanto afrontada sólo con
soluciones técnicas y paliativas. Es necesaria una reflexión antropológica más
profunda.
La
nueva evangelización de los países de antigua tradición cristiana es un desafío
para la Iglesia de nuestro tiempo. Benedicto XVI ha creado un nuevo dicasterio.
¿Es optimista?
La expresión nueva evangelización fue
acuñada por el beato Juan Pablo II, durante su primer viaje como pontífice a
Polonia, en 1979. Por tanto, es algo que lleva en sí ya una larga gestación,
llegando a ser en tiempos recientes una cuestión más actual y urgente. A la
nueva evangelización será dedicada además la próxima asamblea ordinaria del
Sínodo de los Obispos, este octubre en el Vaticano. El propósito de la nueva
evangelización no es el de preparar nuevas técnicas, sino de relanzar la vida
de fe en aquellos lugares que, a pesar de conocer el mensaje de Cristo desde
hace tiempo, están ahora marcados por un fuerte secularismo, que tiende a
separar la fe de la vida
En
otras regiones del mundo, por desgracia, el desafío para los cristianos es
mucho más dramático: persecuciones, terribles atentados. ¿La libertad religiosa
y la supervivencia de los cristianos es una cuestión crucial para el Vaticano?
La persecución o
las dificultades que sufren los cristianos en distintos países es ciertamente
una cuestión importante para la Santa Sede desde siempre, no sólo por el bien
de los cristianos sino también de las naciones a las que pertenecen y a
cuyo bien contribuyen de diversas maneras. Pensando, por ejemplo, en la
situación en Oriente Medio, estoy convencido de que la disminución de la presencia
cristiana no es sólo un daño para la Iglesia sino que es también una pérdida
para toda la sociedad, como reconocen muchos musulmanes. Por eso es tan
importante la libertad religiosa, que está en la base del respeto de los otros
derechos humanos. La promoción de la libertad religiosa es la mejor garantía
para el progreso de la sociedad.
Recientemente
ha visitado Líbano con el Santo Padre. ¿Qué opina de la crisis siria? ¿Está en
peligro la comunidad cristiana?
Durante el viaje a
Líbano la mirada estaba puesta, en cierto sentido, en toda la región, ya que la
visita estaba motivada por la entrega de la exhortación apostólica postsinodal Ecclesia in Medio Oriente. Por desgracia,
Oriente Medio conoce diversos conflictos, algunos desde hace tiempo, que
todavía esperan una adecuada solución. En particular es causa de preocupación
la crisis en Siria, que ha provocado ya casi 30.000 muertos y numerosos heridos
y desplazados, sin olvidar los centenares de miles de exiliados y refugiados.
Es una crisis complicada en la que se entremezclan distintos factores y en la
que está en peligro no sólo la comunidad cristiana sino toda la sociedad. Los
cristianos, que están presentes en Siria desde los comienzos del cristianismo,
desean seguir contribuyendo, como han hecho a lo largo de la historia, al bien
común de la sociedad. En la Siria del mañana la presencia de los cristianos
como constructores de paz y artífices de reconciliación será siempre
fundamental. Invitamos al cese inmediato de la violencia, venga de donde venga,
y a dar prioridad a la vía del diálogo y de la reconciliación.Es importante
salvaguardar la unidad el país, en el que todos, incluidas las minorías tengan
un papel fundamental para contribuir al bien de la sociedad.
Iraq,
Siria, Egipto... ¿Los cambios en el mundo árabe, son un riesgo para el
cristianismo?
La realidad en cada
país es distinta, pero es verdad que la situación de los cristianos en algunos
países no ha mejorado y se percibe el miedo de cara al futuro, que se está
todavía definiendo. A un entusiasmo inicial por parte de muchos ha podido
seguir una valoración más cauta. Desde otro punto de vista podemos ver estos
cambios en el mundo árabe, más que como un riesgo para los cristianos,
como una oportunidad o un desafío. En el origen de muchos de los cambios
actuales se puede encontrar el deseo de mayor justicia y participación en la
vida política, así como la aspiración al desarrollo de sociedades más
democráticas, elementos que no pueden no encontrar una gran sintonía con los
valores que ha promovido el cristianismo y que se han convertido en cierto
sentido en un patrimonio universal. Me refiero a valores como los la dignidad
de la persona, la importancia de la familia, etcétera.
Algunos
sectores católicos piden reformas profundas. ¿Se puede
esperar cambios en el futuro, como, por ejemplo, sobre el campo del celibato y
la ordenación de las mujeres?
Más que reformas
estructurales, preferiría insistir en la necesidad de renovación radical; es
decir, de una renovación fundamental sobre las raíces de nuestro ser
cristianos; sobre la fe en Jesucristo. En este año de la fe, intensamente
deseado por el papa Benedicto XVI con ocasión del 50.º aniversario de la
apertura del concilio Vaticano II y del 20.º aniversario del catecismo de la
Iglesia católica, estamos invitados a reflexionar sobre el acto de la fe y sus
contenidos para que podamos ofrecer al mundo el don de un testimonio seguro,
alegre y atrayente. En este contexto, se podrá reflexionar sobre el ministerio
sacerdotal, tan necesario para la vida de la Iglesia y del mundo. Como lo han
confirmado los Papa Pablo VI y Juan Pablo II, respectivamente en los documentos Inter insigniores y Ordinatio
sacerdotalis, no es posible contemplar la admisión de las
mujeres al sacerdocio, porque la Iglesia, al estar vinculada por la voluntad de
Cristo, no posee el poder de ordenar a la mujer. Con relación al celibato, por
una parte, hay sacerdotes casados en la Iglesia. Algunos pertenecen a las
venerables iglesias católicas orientales, mientras otros, después de haber
ejercitado el ministerio como pastores casados en las comunidades eclesiales no
católicas en Occidente, se han convertido al catolicismo y han sido ordenados
sacerdotes. La Iglesia, basándose sobre el ejemplo y las palabras de Cristo, ha
considerado el celibato como expresión del don total que el sacerdote hace de
sí mismo al Divino Maestro, como un modo particularmente fecundo de participar
en la construcción de la Iglesia. Por estos motivos, la Iglesia mantiene la
disciplina del celibato para los sacerdotes de la Iglesia latina. Es verdad que
la mies es mucha y los trabajadores pocos. Es necesario, pues, promover una
renovada pastoral de las vocaciones. Las familias tienen un papel de primera
importancia, educando en la fe y ayudando a concebir la vida en los términos
del proyecto que Dios tiene para cada uno. Es necesario prestar más atención a
las escuelas católicas y a la pastoral juvenil
Su
eminencia conoce bien la realidad catalana. La visita del Papa a Barcelona, en
noviembre del 2010, fue un bello ejemplo de la sensibilidad de la Santa Sede
hacia la lengua y la cultura catalanas.
La relación entre
Dios y el hombre contemporáneo es el eje del magisterio de Benedicto XVI. Y
Barcelona, con su majestuoso templo de la Sagrada Família, en cierta medida
representa en Europa occidental el símbolo de las relaciones entre lo humano y
lo divino, entre la naturaleza y lo sobrenatural. Para Gaudí, el arte puede
asumir el lenguaje teológico, es decir, hablarle al hombre de Dios. Por tanto,
el arte se entiende en el fondo como instrumento de dialogo, de comunión entre
naturaleza y gracia. También la lengua es instrumento de comunión que pone a
los hombres en comunión con Dios y entre ellos. La historia de todos los
pueblos, sus expresiones artístico-culturales y su lengua son realidades
sublimes que tienen sentido en cuanto cada persona las ha recibido para conocer
a través de ellas la presencia de Dios en la propia vida.
La Vanguardia
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