Padre Rodrigo Tupper Atamirano
Son múltiples imágenes las que vienen a la memoria a la hora de recordar -después de un año- el pasado 27 de febrero: La devastación, el miedo, el dolor de quienes perdieron a sus familiares, sus casas, sus trabajos a causa de la tragedia, la tristeza y la impotencia. Sin embargo, también emergieron con toda su intensidad el esfuerzo, las ganas de reconstruir, la esperanza y la solidaridad.
Como director de Caritas Santiago y luego como vicepresidente de Caritas Chile, he tenido la posibilidad de participar activamente en el trabajo que desarrollamos desde nuestra Iglesia y junto a otras instituciones para ir en ayuda de los damnificados .Ha sido una oportunidad para apreciar en terreno la generosidad, sensibilidad y fraternidad de miles de chilenos y chilenas: Cómo olvidar a los voluntarios de todas las edades que, por semanas, trabajaron para recolectar ayuda.
Como director de Caritas Santiago y luego como vicepresidente de Caritas Chile, he tenido la posibilidad de participar activamente en el trabajo que desarrollamos desde nuestra Iglesia y junto a otras instituciones para ir en ayuda de los damnificados .Ha sido una oportunidad para apreciar en terreno la generosidad, sensibilidad y fraternidad de miles de chilenos y chilenas: Cómo olvidar a los voluntarios de todas las edades que, por semanas, trabajaron para recolectar ayuda.
Los humoristas que recorrieron las zonas afectadas y colaboraron llevando alegría en medio del dolor. Las personas que habiéndolo perdido todo, tenían la solidaridad para compartir con otros, los que se unieron a sus amigos o compañeros de trabajo para ir a construir viviendas. Las empresas que donaron recursos... son tantos y tantas las experiencias.
Pero a un año del terremoto, queda mucho por reconstruir. De eso está conciente nuestra Iglesia que en estos doce meses ha seguido trabajando e impulsando proyectos en las zonas más afectadas para acompañar a las comunidades; apoyar la reconstrucción de viviendas y centros comunitarios; la recuperación de la capacidad productiva de las familias y de tantos templos derribados.Dimensiones fundamentales para rehabilitar física, espiritual, económica y socialmente a las personas afectadas.
El terremoto y el maremoto han sido también muy reveladores, pues han hecho mucho más visibles las debilidades en nuestro proceso de desarrollo, el abandono, la precariedad y la enorme soledad de ciertos territorios y sectores sociales.
Las falencias en nuestras seguridades y el déficit de ciudadanía.
Y es que Chile es un país que evidencia un desarrollo con contrastes: Primer lugar en la región según ingreso per cápita, segundo lugar en Latinoamérica en el Índice de Desarrollo Humano; pero sufriendo de profundas desigualdades sociales y en la distribución del ingreso. Bajos índices de participación ciudadana y una situación de pobreza que según la Encuesta Casen afecta al 15,1% de la población, a lo que además, hoy habría que incluir a las 500 mil personas que llegaron a esta misma condición por el terremoto.
Sin duda este 2011 es una oportunidad para mantener vivo el espíritu solidario que nos caracteriza, para que así se mantengan todas esas actitudes , prácticas e iniciativas en virtud de construir un país más justo y equitativo en donde las personas tengan la oportunidad de volver a levantarse y vivir con dignidad, respeto y alegría.
+ Padre Rodrigo Tupper Altamirano
Vicario Pastoral Social Y De Los Trabajadores
Vicepresidente De Caritas Chile
Iglesia de Santiago
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