Oriente

Las iglesias cristianas de oriente son todas mucho más antiguas que las que vivimos en nuestras islas o en prácticamente toda Europa Occidental o América Latina. Las comunidades cristianas ya estaban en Damasco, Alepo o Líbano, mucho antes de que la fe cristiana empezara a triunfar en Hispania o, por supuesto, antes de que los conquistadores vinieran a las islas trayendo con ellos a algunos predicadores franciscanos.

Actualmente, con una diversidad cultural y cultual preciosa, Maronitas, Coptos, Siriacos y muchas otras iglesias cristianas viven en medio de culturas vinculadas predominantemente al Islam. No es una relación siempre fácil. En algunos países se les ignora, en otros se les sitúa en desventaja o con especiales dificultades. En algunos momentos, de vez en cuando, los estallidos de violencia los golpean. Sin embargo, mayoritariamente, las comunidades cristianas conviven como minorías aceptadas por la sociedad dentro de su diversidad. Muchas de las dificultades por las que pasan tienen que ver con la misma situación de sometimiento y de desigualdad económica que caracteriza a estas sociedades. Y los grupos cristianos no son siempre los que peor lo pasan. Pensemos, por ejemplo, en la comunidad bahai en su lugar de origen, Irán, donde sufren continua marginación.

¿Cómo proteger a estos cristianos y cristianas cuando son golpeados o perseguidos? Probablemente, poniendo su situación sobre la mesa. Con presión diplomática y con prudencia. Un ejemplo de imprudencia es lo que ha sucedido en Irak. Aquella intervención supuso un golpe a todo el país y la minoría cristiana salió especialmente perjudicada de la intervención del denominado occidente que, al menos en teoría, tiene una herencia cultural cristiana. Más bien parece que tenemos que ser prudentes para apoyar y proteger a todas las personas perseguidas, también a los cristianos de oriente.

Anchieta