Saturday, April 28, 2012

Austria: cuando el obispo pide la jubilación



El arzobispo de Salzburgo, Alois Kothgasser, pidió jubilarse de inmediato

GIACOMO GALEAZZICIUDAD DEL VATICANO

Kothgasser ha cumplido 75 años, pero tiene prisa por jubilarse: se lo ha pedido al papa Benedicto XVI y ya ha tenido una entrevista con el arzobispo sobre la posibilidad de su sucesión. Aumentan las probabilidades de la candidatura de monseñor Manfred Scheuer (57), el obispo de Innsbruck, que está mediando con los sacerdotes austríacos desobedientes para evitar un cisma. Monseñor Manfred Scheuer está jugando un partido decisivo para la Iglesia austríaca, y ha demostrado una cierta apertura para con los pedidos de los «desobedientes». Según él, los siete puntos incluidos en la exhortación a la desobediencia de los párrocos promotores de la «Pfarrer-initiative» deben ser examinados individualmente, y no en bloque: la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar, por ejemplo, podría ser concedida, si bien bajo determinadas condiciones, ya que en la cuestión de los divorciados que han contraído nuevas nupcias es realmente «necesario un cambio». «Espero que la Iglesia continúe en los próximos años ocupándose de este tema», agregó monseñor Manfred Scheuer, que exige una reflexión sobre el hecho de que es «necesario, desde el punto de vista pastoral», permitir que los laicos prediquen durante la eucaristía.


El principal candidato a la prestigiosa cátedra de Salzburgo se enfrenta a una situación explosiva. En Austria (como también en Irlanda, Bélgica y Alemania) continúan desde hace meses los pedidos de grupos de sacerdotes que, después del escándalo de la pederastia del clero que estalló en el 2010, piden a Roma reformas sobre cuestiones como la obligación del celibato, la ordenación de las mujeres y la comunión a los divorciados que han contraído nuevas nupcias. En Europa central y septentrional se perfila lo que algunos hombres de la Iglesia temen que sea un nuevo cisma, pero de características opuestas al lefebvriano.

El epicentro de las protestas es en Austria, donde en los últimos meses ha crecido un movimiento de sacerdotes nacido en el 2006 (la «Pfarrer-Initiative», iniciativa de los párrocos), que publicó una «exhortación a la desobediencia» que pide, precisamente, el sacerdocio femenino, la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar, la abolición de la obligación del celibato, una mayor participación de los laicos en la vida eclesial sacramental. El movimiento ha puesto seriamente a prueba la capacidad de diálogo del cardenal Cristoph Schoenborn, arzobispo de Viena, que dijo: «Si yo, en mi diócesis, me alejara de la comunidad de la Iglesia católica, conduciría a mi diócesis a un cisma». Señal de la preocupación que este movimiento suscita en el Palacio apostólico ha sido el hecho de que, por primera vez, el Papa se haya dirigido a los párrocos austríacos en la misa celebrada en San Pedro la mañana del Jueves Santo.


«Recientemente —dijo el Pontífice— un grupo de sacerdotes en un país europeo ha publicado una exhortación a la desobediencia, presentando al mismo tiempo ejemplos concretos del modo de expresar esta desobediencia, que debería ignorar incluso decisiones definitivas del Magisterio, por ejemplo, en la cuestión de la ordenación de las mujeres, sobre la cual el beato papa Juan Pablo II declaró en modo irrevocable que, al respecto, la Iglesia no ha recibido ninguna autorización de parte del Señor». El Papa se preguntó si «la desobediencia es un camino para renovar a la Iglesia» antes de dar respuesta negativa.

En esos mismos días, el Vaticano pidió al sacerdote redentorista Tony Flannery, líder de las Asociación de Sacerdotes Católicos (la asociación irlandesa gemela de la austríaca) que suspendiera sus intervenciones en la publicación mensualRedemptorist Reality magazine. La asociación publicó una nota de protesta y difundió un sondeo del que emerge que una amplia mayoría de los católicos irlandeses estaría a favor de los sacerdotes casados y de la ordenación sacerdotal para las mujeres. Mientras tanto, «con el fin de evitar confusión en el pueblo cristiano», varias conferencias episcopales nacionales (comenzando por la española) precisaron que «la corriente “Nosotros somos Iglesia”, a pesar del nombre que adopta, no es un grupo eclesial y no ha recibido ninguna aprobación ni reconocimiento canónico».


Se trata de una «asociación civil que, desde 1995, incluye a algunos grupos de origen cristiano que tienen en común una actitud opuesta al Magisterio y a la disciplina de la Iglesia». Además, la corriente «Nosotros somos Iglesia» propone afirmaciones y reivindicaciones que «se alejan claramente de las enseñanzas de la Iglesia católica, hieren y van en detrimento de la comunión eclesial». Por lo tanto, es necesario que «todos los católicos vivan en sus comunidades la comunión con toda la Iglesia (pastores y fieles), tomando conciencia de que las posiciones de la corriente “Nosotros somos Iglesia” no solo no favorecen, sino que obstaculizan gravemente el camino de la auténtica renovación eclesial postulada por el Concilio Vaticano II».

El movimiento ultraprogresista “Nosotros Somos Iglesia”, de hecho, promueve en el país ceremonias litúrgicas en las que algunos laicos actúan como sacerdotes, orando y simulando la celebración de la misa. «Las leyes eclesiásticas lo prohíben», reconoce Hans Peter Hurka, líder de «Nosotros somos Iglesia» y promotor del manifiesto reformador «Llamado a la desobediencia». Así, la oposición dentro del clero de Austria viola casi abiertamente la regla del celibatoeclesiástico y admite en la comunión a los divorciados unidos en nuevas nupcias. Si a eso se agrega la «misa laica» resulta evidente que la fractura con Roma coloca a los sacerdotes disidentes fuera de la Iglesia.

Vatican Insider

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