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Freetown (Agencia Fides) - “La gran satisfacción es que un proceso por crímenes de guerra y contra la humanidad haya visto involucrado a un ex Jefe de Estado y que este haya sido condenado. De esta manera, la justicia, aunque lentamente, se ha realizado”, dice a Fides el p. Gerardo Caglioni, misionero javeriano con una gran experiencia en Sierra Leona, después de que la Corte Penal Internacional de La Haya haya declarado culpable de crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad, al ex-presidente de Liberia Charles Taylor.
Este ha sido declarado culpable de ayudar y apoyar los crímenes de guerra cometidos en Sierra Leona durante la guerra civil (1991-2002). La Corte ha dictaminado que Taylor proporcionó ayuda material, asistencia y apoyo moral a los rebeldes del RUF (Frente Revolucionario Unido) activos en Sierra Leona, y que tuvo una influencia sustancial, pero sin ejercer el mando y el control de la estructura. Taylor ha sido declarado culpable de complicidad con de los once delitos que se le imputaban, entre los que se encuentran: actos de terrorismo, asesinato, actos de violencia, violación, esclavitud sexual, ultraje a la indignidad humana, reclutamiento de niños y saqueos.
“Taylor ha utilizado los famosos 'diamantes de sangre' para financiar la guerra”, explica el padre Caglioni. “Aunque no está directamente implicado en el control del RUF, era una herramienta indispensable para que la guerra continuase. Taylor vendía en los mercados internacionales los diamantes de Sierra Leona obtenidos por el RUF y adquiría armas”. Desde Liberia, donde era Jefe de Estado, Taylor introducía en el mercado internacional los diamantes de Sierra Leona haciéndolos pasar por liberianos. En Monrovia, también era jefe de la red de contrabando de armas que suministraba armas al RUF.
El misionero señala que “la justicia debería hacerse también en otra dirección. Pienso en las empresas extranjeras que han introducido en el mercado internacional, por mediación de Taylor, los diamantes del RUF. Sin la cooperación de estas empresas, la guerra en Sierra Leona no habría ocurrido”. “Otras muchas personas han contribuido directa o indirectamente a la guerra: comprando esos diamantes han hecho posible el reclutamiento de niños soldados y otros crímenes de guerra”, concluye el padre Caglioni.
(L.M.) (Agencia Fides 27/4/2012)
Charles Taylor declarado culpable, ¿y ahora qué?
Charles Taylor en La Haya. Foto Jerry Lampen/AFP/Getty Images vía The Guardian.
Por: Chema Caballero | 26 de abril de 2012
Esta mañana, el Tribunal Especial para Sierra Leona ha declarado a Charles Taylor, antiguo señor de la guerra y ex presidente de Liberia, culpable de crimenes de guerra. Es la primera vez, desde los juicios de Núremberg, que un jefe de estado es condenado por un tribunal internacional. Un hito histórico para la justicia penal que refuerza la opinión de que no hay lugar a amnistías para los criminales a pesar del tiempo transcurrido o la edad de los acausados. Esto es un claro mensaje para los dictadores y los señores de la guerra que deberían ser conscientes de que a partir de ahora no les será fácil cometer, impunemente, los crímenes a los que están habituados. Sin embargo, esta decisión judicial no deja de ser una victoria agridulce para las víctimas de los conflictos de Liberia y Sierra Leona.
Muchos años y mucho dinero ha costado llegar a esta decisión. Yo creo que la espera ha valido la pena, aunque no podemos detenernos aquí. Hay que seguir trabajando para que la justicia internacional llegue a todos.
El fallo demuestra que Charles Taylor ayudó y aconsejó a los rebledes sierraleoneses a pesar de conocer los atrocidades que estos estaban y que también les proporcionó armas, comunicaciones y alojamiento y apoyo en Monrovia. El presidente del tribunal, Richard Lussick, también ha dicho que mientras en público Taylor apoyaba el proceso de paz en Sierra Leona, por detrás apoyaba y armaba a los rebeldes.
El 30 de mayo se conocerá la sentencia y, entonces, nos enteraremos de los detalles de la condena. Todo indica que Charles Taylor será trasladado a Reino Unido, país que se ha ofrecido para custodiarlo en prisión. El resto de los condenados por este Tribunal cumplen condena en suelo africano. Por eso, a mí, que me gusta cuestionar todo, me sorprende este hecho y me pregunto si Londres no querrá tener al ex señor de la guerra a seguro para que no hable demasiado y se descubran los trapos sucios de las guerras de Liberia y Sierra Leona. No cabe duda de que se trata de un tema que en este momento nos supera.
Durante décadas, Karl Dönitz, que asumió la presidencia alemana tras el suicidio de Hitler, era el único jefe de estado condenado por un tribunal internacional. Ahora ya son dos.
En 1990, Charles Taylor, en una entrevista de la BBC, declaró que “Sierra Leona experimentará la amargura de la guerra” y un año después, el Frente Unido Revolucionario (RUF), liderado por Foday Sankoh, inició un conflicto que se prolongó durante 11 años. Ahora, queda demostrado que Taylor apoyó, financió y se benefició de la guerra de Sierra Leona y de las actividades del grupo rebelde, al que proporcioné armas a cambio de diamantes que utilizó para su enriquecimiento personal. El RUF es responsable de miles de muertes, amputaciones de manos y piernas, violaciones y abusos sexuales, secuestro de niños y niñas para ser utilizados como soldados y esclavas sexuales, destrucción de infraestructuras… Todo ello con el único objetivo de controlar las minas de diamantes del país.
Ya hablamos en su momento de la relación de Taylor con la CIA y con Gadafiy de las muchas preguntas que deja sin resolver este juicio con respecto a los apoyos e intereses en juego detrás del ex presidente liberiano y de las guerras en Liberia y Sierra Leona, en la entrada titulada Una de espías. También abordamos el tema de cómo la justicia internacional parece estar cebándose con el continente africano, mientras que no muestra la misma resolución a la hora de enjuiciar a líderes occidentales, al comentar la sentencia, en este caso delTribunal Penal Internacional, de Thomas Lubanga.
Con el fallo de hoy, prácticamente, termina al trabajo del Tribuna Especial para Sierra leona, el cual se salda, además de esta resolución, con la condena de otrosocho señores de la guerra* que están cumpliendo penas de entre 25 y 52 años en la cárcel de Mpanga, en Ruanda. De los otros imputados por el Tribunal, tres murieron: Foday Sankoh, Sam Bockarie (Moskita) y Hinga Norman. Otro, Johnny Paul Koroma, logró escapar y ha generado un sinfín de rumores sobre su suerte: algunos afirman que está muero y otros que sigue luchando en alguna de las guerras africanas y que un día regresará para vengar a sus compañeros.
El que se hayan empleado tantos recursos y esfuerzos para llevar ante la justicia solo a 13 personas es una de las muchas críticas recibidas por este organismo. Pero su mandato era muy claro: juzgar solo a los máximos responsables. Desde un principio, los fiscales tuvieron que decidir hasta dónde llegar en la persucución de los criminales de guerra, una opción condicionada por los medios disponibles y que nunca ha estado exenta de críticas por parte de todos los sectores de la sociedad.
El proceso contra Taylor es el único que fue trasladado a La Haya, a la sede del Tribunal Penal Internacional, por razones de seguridad. Los otros se celebraron en las facilidades que el Tribunal Especial construyó en Sierra Leona.
Recuerdo el primer día que entré en la sala del Tribunal, en La Haya, donde había sido llamado por los fiscales para dar testimonio como perito en menores soldados. Era enero de 2008. Seguía a la funcionaria que me guiaba a través de innumerables medidas de seguridad y de repente, sin estar preparado para ello, me encontré de frente con Charles Taylor. Estaba sentado detrás de sus abogados, al fondo de la sala, y llevaba unas gafas de cristales amarillos que no permitían verle los ojos con claridad. A pesar de ello, intenté mirarle fijamente, sosteniendo la mirada. Era la primera vez que tenía delante a esa persona, quizás el único de los grandes señores de la guerra sierraleonesa al que no me había enfrentado personalmente, hasta ese momento. Fueron unos segundos muy duros, miles de imágenes y de historias fluyeron en mi cabeza.Quería saber quién era ese hombre que había causado tanta muerte y sufrimiento.
La actitud de desprecio e indiferencia del ex señor de la guerra ante todo lo que pasaba a su alrededor me reforzó en el convencimiento de que eranecesario que contase al Tribunal todo lo que sabía. A Taylor, que estaba sentado a mi izquierda, solo podía mirarlo directamente las veces que yo que salía o entraba en la sala. Por eso, no pude apreciar si mi testimonio produjo algún efecto en él. Solo dos veces, al inicio de la declaración, me interrumpieron unos ruidos provenientes de su parte; parece que intentó levantarse y abandonar la habitación, pero los guardias de seguridad se lo impidieron y le obligaron a permanecer sentado.
En Liberia, las últimas semanas, mientras se esperaba la sentencia, se creó un gran debate sobre el juicio. Hay varias cosas que parecen preocupar especialmente a los liberianos en este asunto: que Charles Taylor sea juzgado por los crímenes cometidos en Sierra Leona y no por los muchos de los que es responsable en su propio país, que los señores de la guerra liberiana solo hayan sido reprobados por sus acciones por la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, que nunca hayan sido llevados ante la justicia y que en la actualidad muchos de ellos ocupen cargos públicos, incluso en el Parlamento nacional. Tal es el caso de la ex mujer de Taylor, la que fuera primera dama del país durante años, Jewel Taylor, que hoy es senadora y en febrero pasado presentó en la Cámara una propuesta para penalizar la homosexualidad. La señora Taylor sigue defendiendo la inocencia de su ex marido.
Ella y los hijos del ex presidente han estado presentes en la lectura del veredicto invitados por el Tribunal Especial. Solo ha faltado el hijo mayor, conocido como Chucky Taylor que cumple sentencia en Florida, Estados Unidos, por crímenes cometidos durante la guerra.
En cambio, en Sierra Leona el acontecimiento no parece haber despertado tantas pasiones. Mañana, 27 de abril, es el aniversario de la independencia, 51 años. Es fiesta nacional y los ciudadanos están pensando más en ir a la playa u organizar bailes que en la transcendencia de esta sentencia. Solo en Freetown ha habido algo más de movimiento. Allí, el Tribunal Especial ha preparado un gran acto en el que ha reunido, en sus premisas, a más de 800 invitados para presenciar en directo la lectura del fallo en una pantalla gigante. Entre los asistentes estaban representantes de los Paramount Chief (reyes tribales), políticos, victimas y miembros de la sociedad civil. También, las distintas radios del país han retrasmitido en directo el acontecimiento.
Charles Taylor es un personaje que, quizás, ninguna de las víctimas del conflicto sierraleonés identifica con su suerte. Igualmente sucede con el resto de los líderes que puedan estar en prisión. A ellas les preocupa más los cientos de jefes y jefecillos rebeldes con los que tuvieron que verse todos los días, de los que directamente recibieron todo tipo de abusos y vejaciones y que nunca han sido llevados ante la justicia. Y es más, la mayoría de ellos se han beneficiado de los programas de reinserción de ex combatientes, mientras que las víctimas no han recibido ningún tipo de compensaciones.
En mi libro Los hombres leopardo se están extinguiendo (PPC), cuento como al volver de La Haya me enteré de que mi testimonio había sido emitido por la radio traducido al krio. Mucha gente lo había escuchado, también Mammy Fatu, a la que me encontré una mañana cuando ella iba camino del mercado con un enorme cesto de bonga, pescado seco, sobre la cabeza. Me llamó y nos saludamos:
-Gracias por lo que has hecho -me dijo con mucha emoción.
-¿Qué he hecho? - contesté un poco sorprendido.
-Te he escuchado hablar en la radio. Todos me dicen que fuiste muy lejos para hacer ese discurso. Te doy las gracias por contar lo que ha pasado en este país. No es bueno que se olvide, todo el mundo debería conocerlo para que no se repita otra vez. Por eso te doy las gracias, por todas las molestias que te tomas en hablar de mi país a tus amigos los blancos.
-¿Qué he hecho? - contesté un poco sorprendido.
-Te he escuchado hablar en la radio. Todos me dicen que fuiste muy lejos para hacer ese discurso. Te doy las gracias por contar lo que ha pasado en este país. No es bueno que se olvide, todo el mundo debería conocerlo para que no se repita otra vez. Por eso te doy las gracias, por todas las molestias que te tomas en hablar de mi país a tus amigos los blancos.
Le di las gracias a Mammy Fatu por sus palabras, pero ella continuó hablando:
-Yo nunca conocí a Charles Taylor, ni a Foday Sankoh, ni a Moskita, ni a ninguno de esos grandes líderes de los rebeldes y que dicen que ahora están en la cárcel. Sin embargo, conozco muy bien al Coronel Sidi. Él fue quien le dio un arma a mi hijo y le obligó a ser un soldado. Fue también el Coronel Sidi quien se llevó a mi hijo a luchar a Guinea y cuando lo mataron y trajeron el cuerpo para enterrarlo, me dijo que si lloraba me mataba, porque eso significaba que era una traidora, que no creía que mi hijo fuera un héroe que había muerto defendiendo una causa justa.
Tras una pequeña pausa, Mammy Fatu continuó:
-Ya nadie me devolverá a mi hijo. Yo no quiero que le pase nada malo a Pa Sidi, yo no quiero que lo metan en la cárcel, no quiero que lo maten como le sucedió a mi hijo. Estoy contenta de que ahora tenga un trabajo y haga bien y se gane la vida honradamente. Yo sólo quiero que me dejen llorar a mi hijo muerto.
Mammy Fatu se encuentra todos los días con Pa Sidi en la aldea de Madina, donde los dos viven. Se saludan, se miran y siguen caminando. Ella me hizo caer en la cuenta que las víctimas de los conflictos raramente reciben justicia.
Víctimas del RUF durante la guerra sierraleonesa. Foto AP vía BBC.
No cabe duda de que la resolución del Tribunal Especial para Sierra Leona es un hito histórico, que ha hecho justicia, que supone un gran avance en la lucha contra la impunidad de los criminales de guerra y violadores de derechos humanos, que lanza un claro mensaje a todos los dictadores y señores de la guerra…
Pero también deja en el aire cuestiones como por qué estos tribunales internacionales, incluido el Tribunal Penal Internacional, nunca llegan hasta los verdaderos responsables de los conflictos, no juzgan a los que financian y favorecen las guerras desde las capitales occidentales, no se cuestionan el comercio legal e ilegal de armas, ni el expolio de las materias primas que está detrás de estas acciones…
Sobre todo, queda por resolver el problema de hacer justicia a las víctimas civiles de los conflictos y reparar su dolor. Por eso, no podemos recrearnos en la pequeña-gran victoria que supone este fallo. Hay que seguir trabajando para que la Justicia Internacional sea verdaderamente ciega y llegue a todos, que no solo se cebe en los más débiles, que tenga el valor y los medios para investigar todos los aspectos de los crímenes de guerra y violaciones de derechos humanos y para que de una vez por todas sirva para satisfacer y reparar a las víctimas.
*Se trata de: Alex Brima (AFRC), Moris Kallon (RUF), Brima Kamara (AFRC), Issa Sesay (AFRC), Agustine Gbao (RUF), Moinina Fofana (CDF), Allieu Kondewa (CDF) y Santigie Kanu (AFRC).
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