Tuesday, April 24, 2012

Meditando con los santos y beatos del día: S. FIDEL DE SIGMARINGA



Hoy, 24 de abril, la Iglesia conmemora el nacimiento para el cielo de SAN FIDEL de SIGMARINGA, quién fuera cruelmente martirizado por los calvinistas en un día como hoy de 1622, en la puerta de la Iglesia de Seewis en Suiza. Oriundo de Sigmaringen, Baden-Wurtemberg, Alemania, en 1578, fue sacerdote profeso de la orden de los Franciscanos Menores Capuchinos, siendo su primer mártir. Es también el primer mártir de la Congregación de Propaganda Fide, fundada pocos meses antes. En 1746 el Papa Benedicto XIV le dio el honor de los altares proclamándolo Santo. Es patrono de los abogados. Sus restos se veneran en la Cripta de la Catedral de Chur, en la iglesia de los capuchinos de Feldkirch, y en la iglesia de San Fidel en Estocarda.
Unidos pues a la Iglesia de Alemania brindemos nuestro vivo aplauso a San Fidel De Sigmaringa.
  
Meditación
Mi nombre de hogar fue Marco Roy. Mi padre era el alcalde de la ciudad. Estudié en Friburgo y Brisgovia donde obtuve el doctorado en derecho y filosofía. Más tarde viajé por Europa y ejercí un tiempo la abogacía. Pero mi corazón andaba a la búsqueda de algo más. Y fue así que conocí a los Hermanos capuchinos de Friburgo, y me decidí abrazar esta orden. Tenía entonces 34 años. En la congregación me dieron el nombre de Fidel y mi vida se fue orientando hacia la predicación y hacia el apostolado castrense entre las tropas austriacas del emperador. Fue entonces que la congregación de Propaganda Fide me encomendó una misión. La misión de mi vida y de mi muerte: ir a Retia para consolidar la fe católica contra los progresos que hacía la herejía calvinista. Era un trabajo duro y peligroso. Pero yo sentía que aquí me quería Dios. Con su gracia, hasta el conde Rodolfo de Salis se convirtió. Este éxito motivó un malestar entre los calvinistas quienes empezaron a hostigarme. Pero yo continué, no podía detenerme. "Se fiel hasta la muerte y te daré la corona de vida". Esta frase resonaba muy fuerte en mi mente y en mi corazón. La coloqué en uno de mis libros y un día, al subir al púlpito, encontré en la barandilla un papel: Hoy predicarás pero no más. Comprendí entonces que el fin había llegado, pero sin dudarlo, empecé mi sermón.

Radio Vaticano

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