Presentada en el Congreso de profesores universitarios católicos de Europa
ROMA, lunes, 25 junio 2007 (ZENIT.org).- Los cuatro elementos que caracterizan la identidad del profesor universitario católico hoy son el «optimismo antropológico», la «visión sacramental del mundo», la «tensión existente entre tradición y razón», y el énfasis en «la unidad del saber».
Estas dimensiones fueron presentadas este sábado por el profesor Joan-Andreu Rocha Scarpetta durante la sesión que la Conferencia Episcopal Española dedicó al mundo universitario en el marco del Congreso de Docentes Universitarios Católicos que terminó hoy domingo en Roma y que ha reunido a miles de profesores europeos, tres-cientos de los cuales españoles.
Rocha, teólogo e historiador, expuso la identidad y la misión del docente universitario católico en el Aula Magna de la Universidad Pontificia Gregoriana de Roma recordando la figura del profesor históricamente, desde la época patrística a la post-moderna.
El ponente, profesor en el Ateneo Pontificio «Regina Apostolorum», en la Universidad Europea de Roma y en la misma Universidad Gregoriana, resaltó cómo «uno de los aspectos característicos del catolicismo es su percepción optimista del ser humano y su ser-en-el-mundo, es decir, de la cultura, que contrasta con las posiciones postmodernas de la nada y el vacío».
El optimismo antropológico «no puede confundirse con la ingenuidad», advirtió el profesor, y exige una «capacidad hermenéutica aguda». «El mal no puede ser ignorado –recordó--, pero a su vez «éste no puede opacar el bien que germina».
«Un aspecto característico del mundo secular contemporáneo es el principio del “verum-factum”, o la idea que nace en el siglo XVII según la cuál sólo lo que está construido por el ser humano es verdadero y tiene un valor», reconoció.
En contraste con esta posición, «la tradición católica presenta una percepción de la realidad que podemos llamar sacramental», explicó este docente de teología de las religiones. «La percepción de la sacramentalidad del mundo implica la capacidad de admirarse y el riesgo de la búsqueda de sentido», recordó Rocha Scarpetta, que dirige el máster en Iglesia, Ecumenismo y Religiones en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum.
«Un verdadero intelectual católico --como debe ser un docente universitario-- debe, no sólo no ignorar, sino profundizar las corrientes de pensamiento que se desarrollan en diversos ámbitos culturales», alentó. Este docente apeló a la «memoria familiar» necesaria en la tradición católica, «los personajes y las obras que en el campo intelectual han forjado nuevas ideas, desarrollado nuevas respuestas».
«Precisamente en un momento en que la memoria parece desvanecerse en la crisis de la historia propiciada en parte por el pragmatismo tecnológico, el recuerdo de quienes se han esforzado por la búsqueda de la verdad a la luz de la fe y la razón se hace más necesario», dijo, citando por ejemplo el testimonio de maestros católicos como Alberto Magno.
El mundo contemporáneo se caracteriza, entre otras cosas, por la «fragmentación de las esferas de la vida en diversos sub-sistemas autónomos, donde cada sub-sistema crea su propia lógica», ilustró. «La tradición intelectual católica en cambio busca un significado unitario e integral a través de las diversas disciplinas, donde los diversos aspectos que componen la identidad humana no se encuentran desligados entre sí, sino sólidamente relacionados».
Después de recordar la importancia de la filosofía en la formación del profesor universitario católico, Rocha terminó su ponencia alentando a la práctica de la «caridad intelectual» como la comunicación del tesoro de la verdad, a la luz de la cual la identidad se ofrece como «un don».
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